“Polo Sport” (®) – Luis Caccia Guerra
“POLO SPORT” (®)
por Luis Caccia Guerra
Cuando presentamos a nuestro perro en sociedad, dije afectuosamente ante unos amigos: “el pichicho es un miembro más de la familia”.
Y es que no sólo tiene control y tratamientos veterinarios, todas sus vacunas al día y una alimentación que cualquiera de sus congéneres envidiaría; sino también papeles, nombre y apellido y un trato personal muy especial. En pocas palabras: a veces pareciera que tratamos mejor al perro que a la gente.
El mestizo fox-terrier de pelo largo es definitivamente, un “perro VIP”. (V.I.P.: sigla en inglés de Very Important People –Gente muy importante. ¡Este también es “V.I.P.”: Very Important Perro!).
Toda esta suma de cosas, hizo que nuestra hijita se tomara muy en serio lo de que el perro es un miembro más de la familia.
Por mi parte, y en otro orden de cosas, hacía tiempo que conservaba celosamente un frasquito de la conocida y por cierto, costosa fragancia “Polo Sport” (®). Estaba más o menos a la mitad de su contenido y solamente la usaba en eventos muy especiales. Es más, la cuidaba tanto que dichos eventos debían ser extremadamente especiales para que motivaran su uso. Tal vez una o dos veces en el año; no más.
Así las cosas, llegó el día de uno de esos eventos tan especiales que motivó el uso de mi costoso y tan celosamente cuidado perfume. Extraje el frasco de su cajita original y algo estaba -o tal vez deba decir: ya no estaba- fuera de lo normal y habitual.¡¡No quedaba casi nada!! No se podía haber agotado así.
¿Cómo podía ser? Se me hacía tarde, pero la hora y el evento pasaron a un segundo plano. Con la corbata a medio anudar, el saco puesto en un solo brazo, y los puños de la camisa sin poder abrochar porque casi me trago los gemelos que sujetaba entre los dientes mientras me ataba los cordones de los zapatos, me senté y me puse a examinar cuidadosamente la cajita por si tuviera manchas de derrame. Estaba impecable. Miré el frasquito por los cuatro costados y no había el menor indicio de rotura, fisura o pérdida. La pequeña botella estaba en perfectas condiciones. Definitivamente, no se podía haber “evaporado” así. En eso, entró el perro. Festivo y afectuoso como es él se acercó a mí moviendo vigorosamente su cola.
El también había sido provisto de un toque de “glamour” esa mañana. La fina fragancia que emanaba de su abundante pelo hizo que mis ojos se pusieran vidriosos como el frasquito, la presión de su válvula atomizadora comenzara a palpitar en mis venas y mi corazón a sentir el vacío de su contenido.
Sin embargo, lo mío no pasaba esta vez por la ira, sino más bien por el duelo y la tristeza de una lamentable pérdida. ¡El pichicho había cambiado su característico “olor a perro” y ahora olía exquisitamente! Ahora sabía a ciencia cierta el destino que había tenido durante los últimos meses la fragancia tan celosamente cuidada. Se los adelanté: ¡nuestro fox-terrier es un perro VIP!
No fue muy difícil determinar quien había tenido la brillante idea de perfumar al pichicho. Una pequeña ventaja de tener una familia chica: se sabe pronto quién fue.
Pero como si esto fuera poco, esa mañana supe que nuestro “tierno angelito” también le ponía perfume a sus cincuenta y cuatro peluches, cosa que no tuvo problemas en admitir con sorprendente naturalidad.
Chicos: no se les ocurra hacer esto en sus casas. Esto no es una usina de ideas para toda clase de travesuras.
Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que por fin pudiera ver con claridad lo que el Señor me decía a través de la travesura de mi hija.
Ese perrito había venido a nuestras vidas directamente de mamá perra a nosotros, cuando apenas tenía unos pocos días de vida. Aún era ciego y no caminaba todavía. Mi hija con un gran amor le daba leche en un biberón, aunque a veces ello significara tener que levantarse varias veces durante la noche. Tanto lo amó que lo alimentó, le dio un nombre, cuidó de él, le dio una vida y una personalidad ¡y qué personalidad! Y cuando tuvo la oportunidad también lo revistió de grato olor fragante.
Con sus peluches había ocurrido otro tanto: los amaba, eran parte de ella. En sus juegos y fantasías a todos y a cada uno de ellos les dio un nombre y con esto los trajo a la vida. Ellos también habían tenido la oportunidad de ser provistos de una generosa dosis de “glamour”. Mi hija no tenía idea ni conocimiento de fragancias costosas, pero su intuición de niña le decía que lo que les ponía, era bueno.
A los que amó les dio vida y los dotó de grato olor fragante. ¿Y acaso el Señor no hizo exactamente lo mismo con nosotros? Todas nuestras justicias eran como trapo de inmundicia delante de su presencia (Isaías 64:6). Sin embargo, a pesar de estar muertos en nuestros propios pecados, nos amó con su inmenso amor, nos trajo a la vida, nos dio un nuevo nombre en la Gloria y nos impregnó del grato -y por cierto costosísimo- olor fragante de su perdón, pagado a un elevado precio en la cruz.
Hoy siento gran emoción y gozo al pensar en esto.
“Porque para Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan…”
2 Corintios 2:15
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“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave.”
Efesios 5:2
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Escrito para www.devocionaldiario.com
hahaha ;)
Tengo que reírme, ¡esa niña es fabulosa!
En serio que me encantan tus escritos, ¡me río mucho, pero a la vez mi corazón se enternece y recibo una palabra tan delicada y amorosa de parte de mi Dios!
Bendiciones,
Brendaliz