La Vara de Almendro – Alberto D´Arrigo
LA VARA DE ALMENDRO
por Alberto D´Arrigo
“La palabra del Señor vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: veo una vara de almendro” (Jeremías 1:11)
El Señor como divino Maestro, le muestra a su alumno a través de imágenes lo que había de acontecer. La publicidad, los negocios y la educación moderna se valen de estos métodos para hacer retención en la memoria de la gente. Como dirían, más vale una imagen que mil palabras.
Al margen de esto, la visión del almendro da a Jeremías una proyección del juicio de Dios sobre su pueblo. Cabe resaltar que según la botánica, el almendro es un árbol que alcanza hasta 10 metros de altura y florece antes de que le broten sus hojas. Es el primero que despierta a florecer después del invierno y anticipándose a la primavera. Por eso se le conoce como el ¨árbol despierto¨ o el ¨Vigilante¨ florece en Enero y da fruto en Marzo.
Del mismo modo, Dios está también despierto, vigilante y consciente de lo que ocurre en la tierra. A pesar de que las condiciones en las que Israel se encontraba no eran santas, Dios está consciente de todo y en control de todo. En otras palabras, es como si dijera, ¨Estoy despierto, vigilante y llevaré a cabo mis juicios¨.
Ahora bien, este mensaje no debe ser ajeno a su pueblo hoy en día. El liberalismo en las iglesias, la falta de santidad o llámese flojera espiritual, está carcomiendo como un cáncer en medio de un mundo crítico y observante. Me duele el alma ver muchos jóvenes que andan todo el tiempo en la iglesia y sin embargo no manejan la palabra de Dios. Algunos hablan como los del mundo, tampoco saludan, dejan los salones sucios y menos aún colaboran en el discipulado que dicho sea de paso, es tarea de todos. También sorprende que los adultos dejen de estudiar las Escrituras y favorecen con su ausencia el ver salones casi vacíos.
Surge la pregunta: ¿Qué estoy dando si estoy dejando de recibir? Lamentablemente si esto sigue su cauce terminará en debilitamiento y caída pues lo que Dios no llena el diablo lo rellena. Es decir, podemos incurrir en lo mismo que hizo Israel, que desconoció a su Dios y empezó a mezclarse con los paganos adoptando sus ritos y costumbres. El sistema de este mundo cada día hostiga más y trata de aplastar a los santos, y si no estamos llenos de Dios seremos presa fácil y lo que es peor, nos engañaremos creyendo que todo anda bien.
Más, ¡A la ley y al testimonio! ¿Qué dice la bendita Palabra? “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento”. Esto no es saber algo acerca de Dios, sino conocer profundamente quién es.
Por lo cual, levantemos las manos caídas y las rodillas paralizadas; y hagamos sendas derechas para nuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Por lo pronto, así como Dios le preguntó a Jeremías ¿Qué ves tú? Así también ahora nos pregunta ¿Qué ves dentro de tu vida ahora? No sea que haya una vara de almendro esperando para disciplinar nuestra terca y desenfocada forma de ver el cristianismo.