Bill Giovannetti – Malos jefes
Lo que dice la Biblia en cuanto a trabajar para jefes difíciles.
por Bill Giovannetti
“!NO vuelvas a hacerme eso jamás! ¡Cuando yo te diga que vengas acá, tendrás que hacerlo ya, de inmediato!” “No vuelvas a hacerme esperar por ti, o lo lamentarás. ¿Me entendiste? Te dije: ‘¿ME ENTENDISTE?’ ¡Ven aquí ahora mismo, cállate y escucha!”
Yo: Un joven de 17 años empleado en una tienda de fotografías.
Él: Mi fornido jefe, Armando, regañándome a gritos.
El ambiente: Una tienda abarrotada con más de 80 impacientes clientes que buscan refugio en una húmeda y nevosa noche de Chicago —la mayoría de ellos fotógrafos profesionales— esperando ser atendidos.
Ocho o nueve empleados como yo trabajan detrás de un largo mostrador de vidrio, atendiendo a los clientes. Yo estaba haciendo malabarismos con dos clientes por teléfono, y con uno en la tienda. Armando me llamó, y le dije que esperara.
Eso fue un gran error.
Todas las cabezas que habían en la tienda se voltearon cuando Armando me regañó, hasta que su manchado rostro de cuarentón se puso rojo y mis ojos de adolescente luchaban por contener las lágrimas.
Era el jefe más malo que yo jamás había tenido. Armando generaba su propio clima: le precedía una marejada de intranquilidad, y le seguía una oleada de insatisfacción. Sus subordinados no se le acercaban. A algunos jefes les encanta degradar a sus trabajadores. Los critican. Les encuentran faltas. Les hacen exigencias poco realistas.
Usted sólo quiere hacer su trabajo y pagar las cuentas. Su jefe, sin embargo, le trata como si fuera posesión suya.
¿Cómo puede uno manejar a un mal jefe, y seguir siendo obediente a Jesús?
Los malos jefes no son nada nuevo; la Biblia está llena de ellos. Pero también está llena de orientación en cuanto a cómo manejarlos. A continuación, algunos malos jefes que están en la Biblia, junto con estrategias para aguantarlos.
EL JEFE FURIOSO: Nabucodonosor
Nabucodonosor les gritó a sus empleados que alimentaran tan fuertemente un horno encendido, que éstos terminaron chamuscados. Daniel trabajaba para un hombre furioso. Aguantó amenazas y conspiraciones. Sin embargo, mantuvo su integridad y fue ascendido a mejores posiciones (Daniel 3). ¿Cuál fue su secreto?
Estrategia para lidiar con un jefe furioso: Permanecer en la “zona azul”; evitar la “zona roja”. El asesor de negocios Kevin Ford dice que quienes deseen trabajar en un buen lugar deben ceñirse a su labor y dejar fuera las emociones. Él lo explica así: “La zona roja es de conflicto personal, en la que no se resuelven los asuntos, mientras que la zona azul es de conflicto ‘profesional’ en la que se les busca solución a los asuntos”.1 Si su reacción a la ira de su jefe es gritarle, salir furioso o estallar en lágrimas, eso sólo agudizará el conflicto.
La instructora vocacional y de negocios, Lori Raderschadt aconseja: “Cuando haya que tratar con una jefe volátil, nunca lo confronte si está emocionalmente tenso. Aléjese de la situación o manténgase callado. Luego, un par de días después, tenga una conversación con su jefe para hacerle saber cómo le hicieron sentir sus comentarios, y cómo afecta eso su productividad”. También sugiere llevar nota de los incidentes explosivos que se produzcan y, de ser necesario, denunciar los abusos a través de los canales adecuados.
Daniel, no tenia la protección legal para hacerlo. El rey Nabucodonosor era impulsivo, y los jóvenes israelitas lo sabían. Ellos no devolvían ira con ira, ni dudaban de su Dios. Se centraban en las cuestiones que tenían que resolver, y en lo que, a la larga, sería mejor para la empresa de su jefe: la obediencia a las reglas y al reino de Dios. Ellos se mantenían en la “zona azul”.
Como cristiano, usted debe anclar sus emociones en la relación especial que tiene con el Señor. ¿Qué importa, entonces, si en su lugar de trabajo su jefe es un Sam Bigotes apuntándole con su rifle de doble cañón? Usted pertenece a la realeza espiritual, es un hijo del Rey, y está bajo la protección del Dios Altísimo.
EL JEFE AUSENTE: Potifar
Un alto oficial militar llamado Potifar vivía el “sueño egipcio”. José era un mayordomo tan fantástico, que Potifar no se preocupaba por nada, excepto por comer. Este jefe era tan indiferente a su trabajo, que no entendía plenamente qué empleado tan excelente era José. Tampoco tenía idea acerca de los coqueteos sexuales de su esposa.
José pagó un alto precio por el ausentismo de su jefe: fue echado en la cárcel. Si Potifar hubiera prestado atención, habría sabido que las acusaciones eran falsas.
¿Qué debe usted hacer cuando su jefe le ignora o se olvida que usted existe?
Comuníquese con él lo más que pueda. Raderschadt apunta: “Con un jefe distante, sus esfuerzos de comunicación son vitales. Usted necesita ser claro en sus peticiones. Su jefe puede, incluso, no tener conciencia de qué manera su falta de dirección le está afectado a usted”, dice ella. También sugiere que le pida reuniones periódicas o que le entregue informes semanales de lo que ha realizado.
Sea proactivo en su comunicación con este tipo de jefes.
Estrategia para con un jefe ausente: Trabaje como si estuviera trabajando para Dios. Su jefe puede estar ausente, pero el Señor no lo está. Aunque la Sra. Potifar le halaba la manga para hacerlo ir a la cama con ella, José experimentaba la presencia de Dios. “¿Cómo… pecaría [yo] contra Dios? (Genesis 39:9), le decía.
Pablo nos dice que hagamos todo como si lo estuviéramos haciendo para Dios (Colosenses 3:23). Es posible que su jefe no lo note, pero el Señor sí. Dios ve al compañero que sabotea su trabajo, oye cuando su jefe lo llama “José” en vez de “Josué”, y Él conoce su ansiedad por el volumen de trabajo que tiene que hacer con pocos recursos. Dios ve, y le importa.
Además, Él se une a su trabajo, de maneras que usted no es capaz de imaginar, hasta que el trabajo está hecho. Es allí cuando usted mirará hacia atrás y dirá: “Mi socorro viene de Jehová” (Salmos 121:2).
Dios está observando su trabajo, no de la manera que un hermano mayor vigila al menor, amenazándolo si no hace las cosas bien, sino como un “orgulloso padre que ve a su hijito cantar más alto que cualquiera de los otros niños de la escuela”. Él se deleita en el trabajo que usted hace. No se dé por vencido; su día de pago está por llegar.
EL JEFE INESTABLE: Saúl
Si hay algún personaje en la Biblia que manifiesta una inestabilidad patológica, ése es el Rey Saúl. Sus empleados nunca podían predecir cuál sería el Saúl que tendrían en un día cualquiera: si el Saúl bueno o si el Saúl que inspiraba temor. Al punto que decidió contratar a alguien —al futuro rey David— para que calmara sus diabólicos cambios de humor con la música.
Así pues, un lunes estaba Saúl trinchando una excelente costilla en el almuerzo, y planificando un original conjunto de medidas económicas para Israel, y el martes estaba arrojándole una lanza a David para clavarlo contra la pared (1 Samuel 18:11). Afortunadamente, los años que había pasado David persiguiendo ovejas, lo habían hecho muy ágil para esquivar los peligros.
¿Cómo puede usted evitar que un jefe inestable lo arrincone en la esquina de su cubículo?
“Resista la tentación de ponerse a la defensiva”, aconseja Raderschadt. En vez de decirle: “¿Por qué me trata de esta manera?”, dígale: “Parece que usted está teniendo un mal día hoy”. Esto pondrá la emoción negativa sobre él. La irritabilidad es, en realidad, de él, no de usted. Añade Raderschadt: “No importa lo que usted haga, no internalice estas emociones, ya que el hacerlo afectará su salud física y mental. Encuentre una salida: póngase a hacer ejercicio o simplemente cuéntele el asunto a alguien que no trabaje con usted, o a Dios”.
Pero, por encima de todo, no olvide la estrategia bíblica.
Estrategia para con un jefe inestable: Responda a la fidelidad de Dios en vez de reaccionar a la inconstancia de su jefe. Un cristiano maduro no se dejará sacar de quicio por las locuras de otras personas. Siempre que usted confía en el Señor, Él le da un poder más veloz que las lanzas que le lance su jefe.
En Colosenses 1:11, Pablo ora por “paciencia y longanimidad; con gozo”, como evidencia del poder del Espíritu Santo presente en nosotros. ¿Qué significa esto en el trabajo?
Paciencia: su jefe no podrá activar su irritabilidad.
Longanimidad: su jefe no podrá activar su deseo de renunciar.
Gozo: su jefe no podrá activar su autocompasión y desánimo.
Usted ha anclado su corazón en la fidelidad de Dios. Puede mantenerse firme, como un seguidor de Jesús que no se deja controlar un mal jefe. Éste podría ser quien mande en el trabajo, pero no quien mande en su alma.
EL JEFE INSEGURO: Jerjes (Asuero)
La descripción que hace Ester de lo temeroso que era el rey, me hace querer gritarle: “¡Deja ya de retorcerte las manos, y toma una decisión!” En una crisis tras otra, Jerjes se inquietaba y no podía decidir qué hacer. Por eso esperaba que otros tomaran la decisión, mientras que sus subordinados luchaban por llenar el vacío de poder que él creaba.
La perversidad de Amán llenó ese vacío. Una organización con un jefe inseguro es un fértil caldo de cultivo para la disfunción o algo peor.
Raderschadt recomienda: “La mejor manera de trabajar con un jefe temeroso, es trabajar con él, no contra él. Hágale preguntas abiertas para recibir la mayor cantidad de información posible, y luego actúe con decisión. Realice sus tareas con excelencia, e incluso déle el crédito a su jefe. Éste se dará cuenta de quién es responsable del éxito que ha logrado, y se asegurará de contar con usted todo el tiempo. Y poco a poco, su jefe le estará apoyando y defendiendo.
Estrategia para con un jefe inseguro: Colóquese en la posición de hacer presión a favor de lo que es justo, bueno y verdadero. A medida que crecía la influencia de Amán, la confianza de Ester mermaba. Fue necesario el discurso de su tío Mardoqueo para convencer a la joven mujer de que Dios la había puesto en la posición estratégica para presionar a favor del bien “para esta hora” (Ester 4:14). El resto de la historia muestra a Ester engañando al inútil rey, maniobrando mejor que el astuto Amán y salvando de la muerte a los judíos.
La Biblia dice: “Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia” (Proverbios 25:5). Tal vez usted no pueda despedir a los Amán que hay en su trabajo, pero sí superarlos en influencia. La limitación de su jefe no es una excusa para que usted tenga un bajo perfil, sino que le crea la oportunidad para ser sal y luz en medio de la situación.
LA ESTRATEGIA PERFECTA
La historia de Ester ofrece la estrategia perfecta para manejar a un mal jefe. Al final de un ajetreado día de trabajo, Jerjes le ordenó a Vasti, su reina, que hiciera un desfile de pasarela para sus embriagados colegas, pero ella se negó.
¡Qué momento aquél! Una reina persa pagana se convirtió en un ejemplo para todo empleado que ya ha aguantado demasiado.
Perdió su empleo, pero encontró su dignidad. Algún día, usted podría tener que seguir sus pasos.
Cuando llegue ese día, tenga la satisfacción de saber que Dios le hará una evaluación de resultados a su jefe, y que el clamor de usted a Dios será parte de esa evaluación (Santiago 5:4). En ese día habrá “clamores”, y por una vez, no serán los suyos. Su jefe toma nota de cómo éste cumple con su responsabilidad.
Si lo que sucedió con Daniel, José, David y Ester nos enseñan algo, es que aun los peores jefes no podrán impedir la bendición de Dios en su vida.
Permita que la vida y el carácter de Jesús se expresen a través de usted, sobre todo en el trabajo. Al final de cuentas, así es como podrá atraer al Salvador a las personas que estén buscando a Dios. Y es también la forma para obtener la más alta nota de aprobación que su verdadero Jefe puede dar: “Bien, buen siervo y fiel”.2
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1 Kevin Ford. “Baile la Danza… Las organizaciones, los conflictos, y el cambio”, cornerstoneconferences.com, Abril 5, 2007.
2 Mateo 25:21
Hermoso devocional con ejemplos claros ..
Enormes Bendiciones a este ministerio