Aroma de Flores – Luis Caccia Guerra

Aroma de flores

por Luis Caccia Guerra

aroma-de-floresUna artista plástica cristiana, presentó una noche su primera exposición de cuadros. Recorrió uno por uno mostrándoselos a la gente, mientras les comentaba con mucho entusiasmo las circunstancias en que los había pintado, en qué se había inspirado, qué le recordaban y qué sentía al pararse delante de ellos. Los asistentes a la muestra disfrutaron esa noche, tanto de esos cuadros como de las cosas que su autora compartió con ellos. En reiteradas oportunidades, le brindaron con generosidad cumplidos y aplausos. Ella podría haber asumido una actitud de autocrítica, destacando los errores, las cosas que no le gustaban, o hablando de los tonos que no habían salido como ella hubiera querido. Sin embargo, prefirió disfrutar de esas obras que ella misma había realizado y recibir con humildad de corazón los cumplidos de la gente. El resultado fue que esa noche se vendieron todos los cuadros.

Más tarde, a solas con su Señor, le dio las gracias. Pero agregó algo más a su acción de gracias: “Señor, ¿viste esa señora de anteojos que me hizo notar la fuerza expresiva de uno de mis cuadros y me felicitó por eso? Bueno, te entrego en este momento esa alabanza a tí, Señor. Te pertenece. ¿Y ese joven que me expresó su admiración por la belleza del paisaje? Ese elogio también te lo entrego a tí Señor. Es tuyo”. Y así fue mencionando a cada una de las personas de las que se pudo acordar y dándole al Señor la Gloria que le pertenece. Supo recibir las flores de los cumplidos y entregárselas al Señor -a su Verdadero Dueño- en cuanto tuvo la oportunidad hacerlo.

Tan sencilla y a la vez profunda lección, nos inspira a decirle hoy al Señor: ¿Viste ese anciano y esa otra hermana que expresaron la bendición que había sido leer el devocional que publicamos la semana pasada? ¿Y ese otro pastor de El Salvador, en Centroamérica? ¿Y esa hermana de Rufino, Santa Fe, Argentina? Todos y cada uno de esos amados hermanos que cerca o lejos de nosotros, nos hacen llegar sus palabras de aliento y gratitud a Dios por nuestro ministerio… Pues bien, Señor; todos esos elogios son tuyos, te pertenecen. Te los entregamos a tí con un corazón gozoso. Asimismo, te rogamos por cada una de estas personas; que tengas a bien bendecir y prosperar en gran manera, sus vidas, ministerios, familias e iglesias, todos y cada uno de los días de su vida.

Los cumplidos y elogios son como las flores. Se reciben, podemos disfrutar por un momento de su grato aroma, pero deben ser depositadas inmediatamente en el florero del altar del Señor. Si permanecen en nuestras manos, se marchitan y huelen mal.

Tributad al Señor la Gloria debida a su nombre; adorad al Señor en la majestad de la santidad.

(Salmos 19:2-BLA)

Escrito para www.devocionaldiario.com

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