Caminar y Ejercitarse – Paula Andrea Vega
Caminar y Ejercitarse
por Paula Andrea Vega
“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”.
2 de Pedro 1: 5-7
Los seres humanos somos la creación más hermosa de Dios, y no lo digo yo, lo dice Génesis 1: 26: “Ahora hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza, tendrá poder sobre los peces del mar. Sobre las aves del cielo y en toda la tierra”. Es decir que no solo nos dio belleza sino que además mayordomía sobre su creación depositando en nosotros su confianza para administrarla.
Ahora bien, el ser humano está hecho perfecto en la voluntad de Dios y cuidarse físicamente es parte de una responsabilidad con la naturaleza dado que de eso depende la salud, el amor propio, y a veces las relaciones sociales. Si así no fuese entonces la glotonería no sería un pecado.
La palabra de Dios literalmente no da una rutina física para hacer ejercicios, pero es muy lógico que personajes célebres de la palabra no eran estáticos y sedentarios pues su vida se movía en peregrinaciones entre prados y ciudades que les obligaba a ser individuos de un estado físico excepcional.
Sino mira a Elías por ejemplo cuando Dios para proteger su vida le dice “Vete de este lugar hacia el oriente y escóndete cerca del arroyo de Querit, que está al otro lado del Jordán” Romanos 17:2. !Ojo! al otro lado del Jordán, desde la ciudad de Samaria. Así que imaginate cuanto tuvo que caminar este hombre de Dios.
Oh Maria la mamá de Jesús desde Galilea hasta Judea, y embarazada. Aja, ya se que estas pensando que había burritos y eso pero no te creas que todo el tiempo sentada a lomo de burro es ilógico. Debió caminar unos 150 kilómetros mal contados, quitándole el de a lomo de burro.
Bueno y para no ir tan lejos (por lo que es A. T) haber ¿Cuanto pudo caminar Jesús en todas sus peregrinaciones al lado de sus 12 apóstoles y sus seguidores que eran cientos dice la palabra?. Mejor dicho para que gimnasios y máquinas.
Con eso era más que suficiente, es decir tenían una salud de hierro gracias a la unción de Dios y su respuesta al cuidado físico. Ahora entiendo por qué Dios no tuvo que instruir a su pueblo sobre el ejercicio físico, es que no era necesario, era algo que lo hacían !Naturalmente!
El cuidado requiere hacer una evaluación primero de la mente y de los propósitos que deseas alcanzar para sentirte y verte mejor. Aunque en la palabra no te lo diga ¿Hasta qué punto se está dispuesto a establecer una rutina de ejercicios, alimentos y una vida sana?
Empecemos por concientizarnos que sin ejercicio habitual, el cuerpo produce toxinas, la grasa se acumula en los tejidos y en las arterias, el corazón tiene que trabajar más pero rinde menos, nos deprimimos más fácilmente y envejecemos más rápido. Y por el lado espiritual, el enemigo está al acecho para hundirte en depresiones y hacerte sentir menos. Osea, que “No le demos gusto al diablo”.
Verse bien es sentirse bien. Dios creo al ser humano con el fin de que se mantuviera activo y sano. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, eso nos hace templo del Espíritu santo y, cuidarse físicamente en todo sentido es un mandato de Dios. ¿Para que?, para vernos en armonía, sanos mentalmente y físicamente.
Así que lector, cuidarse no es pecado ni vanidad, es un deber que exige tener una mentalidad abierta y comprometida a tener una actividad física dinámica y un cuidado conciente de buenos hábitos alimenticios. Por lo demás “Buscad el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura”.
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