Soy valioso, soy útil – Osmany Cruz Ferrer

Soy valioso, soy útil

Soy-valioso-y-util

“Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad  y purificar para sí un pueblo propio,  celoso de buenas obras”.

(Tito 2:14)

¿Quién no ha tenido una crisis existencial? Es esa etapa en la que te planteas ¿qué pintas en este mundo? Sobre todo cuando vez que en la sociedad actual casi todo es sustituible. Uno llega a sentirse de la misma manera, sustituible, de poco valor para los demás. Sin embargo, tenemos dentro esa necesidad de ser útiles, de ser parte de algo y no podemos estar completos mientras no lo logremos. Dios nos creó con semejante diseño y no podemos experimentar total realización mientras no entremos en ese esbozo divino.  Somos valiosos sin importar como nos sintamos y tenemos un lugar en el mundo aunque no lo hayamos descubierto.

Hace unas semanas viajaba por Madrid con mi familia y encontramos una estatua que nos era desconocida hasta entonces. Ubicada en la populosa plaza de Jacinto de Benavente, en el mismo centro de la capital, una figura de bronce llama la atención de los transeúntes. No es un imponente general en su caballo de guerra, ni una musa de alguna historia épica. Es un barrendero que parsimoniosamente hace su trabajo vestido con el uniforme del gremio de los años sesenta. Ahí está, y parece estar vivo, realizando su trabajo de cada día, sin importar el bullicio de la gente, el ir y venir de miles de motocicletas, coches y autobuses. Su figura me hizo pensar en que todos somos valiosos y todos podemos ser útiles. Este monumento al servicio es un acierto y un recordatorio constante de la utilidad que cada persona tiene en la sociedad. Imagínese un mundo sin barrenderos y solo podrá ver caos.

Las emociones son tiranas que buscan someter nuestro juicio a una forma de pensar a veces equivoca. Sentimos que no valemos cuando en realidad somos tan significativos que Cristo murió por nosotros. Nos sentimos desilusionados ante lo “poco” que hacemos, cuando todo buen acto de la vida es encomiable y provechoso. Creemos que nuestras existencias pasarán desapercibidas, pero olvidamos que Dios nos ve. Eso aparentemente pequeño que hacemos forma parte de un todo que Dios orquesta para bendición de muchos. En realidad no hay actos grandes o pequeños en cuanto a Dios, lo que conmueve su corazón son los actos de amor y obediencia.

El éxito de una vida reside en hacer la voluntad de Dios, en estar en el lugar destinado por la divinidad. El triunfo estriba en seguir el plan perfecto de quien siempre acierta en su designio, y en hacer lo que él nos ha prefijado para nuestro gozo y para su gloria. Tanta recompensa tendrá el predicador a multitudes como la madre sacrificada  que cuida durante toda su vida a su hijo cuadripléjico. Quizás ella no pudo ir de misionera a un país remoto y de difícil acceso, pero estuvo donde hacía más falta. Se trata de lealtad, de ser responsable con aquello que se presenta ante nosotros como necesario y digno de atención. Es una cuestión de ser coherente a esa realidad de la que somos parte y en la que debemos ser solución.

Somos valiosos por lo que somos y útiles por lo que hacemos. Diferenciemos y entremezclemos estas verdades. Lo que hacemos no nos hace más valiosos ante Dios. Lo que somos no es suficiente para ser de utilidad si no actuamos. Somos valiosos y porque lo somos intentemos ser útiles desde esas oportunidades cotidianas y según Dios nos indique.  Apreciemos el don de la vida como una oportunidad de ser y de hacer. Combinemos esto en un binomio de bendición que ayude a muchos a encontrar también su valor y su sitio.

Dejemos de lado nuestras inseguridades y no sucumbamos a nuestras emociones. Somos valiosos y saberlo despertará otras sensaciones y otra cosmovisión de la vida. Esta verdad es más exacta que las matemáticas. Si nos sabemos valiosos, entonces será fácil ser útil, nos encantará hacer nuestro trabajo, nos sentiremos agradecidos de Dios por las posibilidades que él ha puesto en nuestro caminar de fe. Si somos conscientes de nuestro valor y utilidad disfrutaremos de un estado de bienestar que no podrá ser truncado por crisis, ni por adversarios. Celebremos la vida, tengamos gratitud por lo que podemos hacer, seamos imitadores de Cristo.

¡Jesús nos redimió, ello nos hace valiosos y sumamente útiles!

Autor: Osmany Cruz Ferrer

Escrito para www.devocionaldiario.com

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