¿Quién es Dios para ti? – Osmany Cruz Ferrer

¿QUIÉN ES DIOS PARA TI?

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“Porque ¿quién es Dios sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?” (Salmo 18:31)

Existen muchas ideas distorsionadas acerca de Dios en el mundo. El agnóstico ve a Dios como alguien imposible de conocer. El panteísta ve a Dios como todo lo que existe. El ateo ni siquiera cree en Dios. El politeísta cree que hay miles de dioses. El humanista ve al hombre como dios y autor de su propia redención. El nihilista cree que nada tiene sentido en el mundo, todo está carente de significado, incluido Dios. Hay que decir que también en nuestros predios evangélicos hay ideas equivocadas acerca del Señor. Tenemos la Biblia, pero aun así prevalecen ideas y tradiciones que no provienen de ella. Así que muchos cristianos suelen ver a Dios como alguien enfadado todo el tiempo. En ocasiones se actúa como si él fuera alguien distante e inalcanzable. Está el otro extremo donde están los que opinan que Dios es una especie de servidor, de ejecutor de sueños, de frases confesadas en alta voz y de visiones personales. Se puede entender que los no creyentes ignoren la naturaleza y la realidad de Dios, pero es inconcebible que un renacido no sepa quién es su Señor.

David sabía bien a quién servía y el Salmo 118 es un canto a la hermosura de Dios y a su poderío. Hay, al menos, veinte y seis cualidades que David resalta de Dios en este Salmo. Él reconoce a Dios como: el que lo cuida, su fundamento, su escondedero, su libertador, un refugio inexpugnable, alguien pendiente, su socorredor, su vengador, el más fuerte de todos, apoyo en la angustia, transformador de circunstancias, el que se agradaba de él, el Dios que premia, el que es luz, el que da poder, el que le guía, le hace raudo, afirma sus pasos, le adiestra, le hace hábil, le sustenta, le salva, le engrandece, le saca de apreturas y le libra de fracasos. David era alguien que tenía una gran opinión de Dios, que vivía fascinado con quien Dios era para él y lo que hacía a su favor.

Esta clase de Salmos deben ser parte de nuestro lenguaje cada día. Nuestra vida debe ser un canto a la grandeza de Dios. Nuestros pensamientos, palabras y hechos han de proclamar la honra de nuestro Maestro. Satanás intentará robar ese entusiasmo que desborda por Dios. Él se mueve con zapatos de algodón, con sigilo y con maña para hacernos creer que Dios es todo lo contrario a lo que nos dice la Biblia. Todavía sisea mentiras en los oídos de los seres humanos, como al principio de la creación. Debemos elegir no escuchar tales sugerencias de muerte.

Debemos estar visiblemente exultantes como el Salmista si es que creemos lo que la Biblia dice de Dios. Como él debemos proclamar: “Viva Jehová, y bendita sea mi roca, y enaltecido sea el Dios de mi salvación” (Salmos 118:46). Eso es alegría auténtica y contra eso no puede ningún poder maligno. Un corazón que reconoce a Dios así está por encima del afán, la depresión, la amargura, el temor, la duda. La comprensión a cabalidad de quién es Dios nos hará personas distintas, magnéticas en Cristo y este mundo necesita ese tipo de personas que sean un imán de salvación. 

Solo si vivimos en esa dinámica de fe y victoria podremos disfrutar en verdad la vida cristiana. Tan emocionado estaba David que declara: “Por tanto yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre” (Salmos 118:49). Ese romance que experimentaba lo lanzaba a ser un anunciador a las naciones y un adorador enamorado de su Dios. David nos anima a través de este Salmo a que vivamos entusiasmados con el Señor, con lo que él es. Nada hay mejor que conocerle y experimentar su cercana amistad.

Autor: Osmany Cruz Ferrer

Escrito para www.devocionaldiario.com

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