¿Qué es eso que tienes en la mano? – Osmany Cruz Ferrer
¿Qué es eso que tienes en la mano?
“Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara”
(Éxodo 4:2)
Nació sin ojos y con una deficiencia en sus extremidades que lo hace estar de por vida en una silla de ruedas. Sus brazos y manos tampoco están desarrolladas como debía, pero mientras escribo este artículo escucho la Suite, Claire du Lune (Claro de Luna) de Calude Debussy, interpretado por Patrick Henry Hughes, un chico por quien nadie apostaba, excepto su familia. Patrick expresó en una entrevista: “Dios me hizo ciego y sin caminar, pero él me dio habilidades y dones con la música”. Hoy la ciudad de Louisville Kentucky se siente honrada de tener entre sus ciudadanos, a un joven que desafía las limitaciones y circunstancias para ser aquello que ama. Patrick Henry Hughes nos alecciona y nos recuerda que la vida tiene sentido y una utilidad verdadera más allá de nuestras limitaciones.
La queja, la autocompasión, el miedo, son actitudes frecuentes que basan su operatividad en lo que vemos en nosotros o a nuestro alrededor. Sin embargo, el mensaje que transmiten no es totalmente cierto, es solo una pequeña parte de lo que ocurre en realidad. Si prestamos atención solo a estas cosas, seremos confinados a vivir una vida intrascendente. Dejaremos de luchar y nos convertiremos en víctimas. Actuaremos como sobrevivientes y no como conquistadores esforzados.
Cuando Dios llamó a Moisés para ir a Egipto, las probabilidades humanas de éxito eran nulas. Debía enfrentar al imperio más poderoso del mundo. No tenía ejército, ni armas, ni alianzas con otras naciones. Cuando planteó a Dios sus excusas, el Señor le preguntó ¿qué tenía en la mano? Una vara, respondió él. Luego Dios le explicaría a su inseguro emisario cómo la vara de un pastor de ovejas intimidaría al Faraón de Egipto. Al leer el Éxodo nos damos cuenta que todas aquellas cosas por las que Moisés se preocupaba Dios las tenía ya en su control y había hecho provisión milagrosa de antemano para que todo saliera según su designio.
Una historia antigua, otra moderna, pero los principios que operan son los mismos. Se trata de Dios, de su llamado, de los dones que él nos da para que los utilicemos. Nunca se trata de lo que no tenemos. Eso sería ridículo. Dios no nos pide algo que no podamos ofrecerle. La respuesta adecuada a su llamado es muy simple, debemos aceptarlo sin excusas, sin miedo, sin quejas por lo que no tenemos. A partir de ese momento empezamos a ver la implicación sobrenatural de Dios en todo y ya no pensamos más en los pretextos que antes nos detenían.
Cuando nos sobreponemos a nuestras limitaciones y vivimos al máximo la vida que Dios nos ha regalado, entonces nos convertimos en lo que Dios quería exactamente de nosotros cuando nos creó. Lo siguiente que ocurre es que nos convertimos en ejemplos vivientes de fe. Somos de inspiración para otros que están dando sus primeros pasos. Nos convertimos en un testimonio vivo que exalta al Señor, dador de toda buena dádiva y todo don perfecto.
Esta mañana, mientras escribía, di gracias al Señor por la vida de Moisés y por la vida de Patrick Henry Hughes. Ellos son un recordatorio constante de la finitud humana, de los incontables “no se puede” que nos grita el mundo, pero también son luces que brillan en la historia para destellar fe a todos nosotros. Créeme, si tartamudeas y solo tienes una vara, o si tus ojos están privados de vida y tus manos son torpes, aun así, Dios cumplirá su plan en ti y a través de ti. No se trata de nuestra insuficiencia, sino de Su suficiencia. No es lo que no tenemos lo que nos define, sino aquello que somos capaces de poner en las manos de Dios para su gloria.
Basta de quejas, de auto conmiseraciones, somos pueblo de Dios. Levantemos nuestra cabeza y enfrentemos cada jornada con el talante de un león (Proverbios 28:1). No reparemos en aquellas cosas que nos sujetan y nos hieren. La espina en el pie nos hace saltar más alto. La piedra en el zapato nos hace ir más de prisa hasta un sitio apropiado donde sacarla. Vamos a ser útiles a Dios porque nos ha creado con potencial para ello y vamos a disfrutar el viaje. No necesitamos las habilidades y dones de otros, solo utilizar eso que tenemos en la mano aquí y ahora.
Autor: Osmany Cruz Ferrer
Escrito para www.devocionaldiario.com