No estoy loco – Osmany Cruz Ferrer

NO ESTOY LOCO

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“Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura”

(Hechos 26:25)

A bordo de aquel velero danés parecía un hombre de negocios ordinario, que iba a la India a mejorar sus arcas con el cierre de algún negocio lucrativo. Las apariencias eran solo eso, apariencias. Aquel jueves 13 de junio de 1793, William Carey haría un viaje sin retorno para convertirse en misionero al segundo país más grande del mundo en densidad poblacional. Sus allegados y aun sus líderes espirituales, vieron su aventura como una locura. Un acto fruto de la ingenuidad y la imprudencia. Hoy, sin embargo, sabemos que el impacto de su ministerio fue tal, que es conocido por todos como “el padre de las misiones modernas”. Su valentía fue mal vista por los cobardes. Su fe, incomprendida por los dubitativos. Apodaron de locura a la cuerda actuación de aquel zapatero inglés que le creyó a Dios.

Eliza Davis George, una jovenzuela del estado de Texas se presentó durante diez años seguidos como candidata a misionera a Liberia, África. Cada año rechazaron su solicitud. Los argumentos para cada negativa eran tan pobres como las almas de los que daban el veredicto. Solo porque era mujer, soltera y negra no le veían posibilidades en la obra misionera. El deseo de Eliza era una auténtica locura para aquellos días de segregación a finales del siglo XIX y primera mitad del XX, pero los llamados de Dios suelen estar rodeados del aura de lo imposible. Cuando al fin le fue permitido ir, su ministerio bendijo con creces a aquella nación. Fundo iglesias, construyó escuelas y cientos de personas vinieron a los pies del Señor por su predicación. Fue la primera misionera a Liberia y su legado debe ser una inspiración para todos nosotros.

Podría seguir hablando de Moody a quien la prensa llegó a llamar “el loco Moody”, pero cientos de miles vinieron a los pies de Cristo gracias a su ministerio. Quizás mencionar a Wesley que lo echaron de los predios de la iglesia  anglicana por no entender su pasión y su llamado. Creyeron que se había vuelto loco cuando dijo: “Mi parroquia es el mundo”. O comentar un poco sobre John Sung, quien tuvo una conversión tan radical en Nueva York, que lo ingresaron durante seis meses en un manicomio pensando que había perdido la razón. Durante su estadía en el manicomio leyó la Biblia cuarenta veces, o sea, una vez cada cinco días. Después de eso regresó a su país y viajó a pie durante 15 años por toda china hasta su temprana muerte. Hoy es conocido como el evangelista chino más influyente e icónico de todos los tiempos.

Desde Pablo hasta nuestros días la fe que predicamos, la pasión con que nos entregamos a nuestro llamado divino y nuestra lealtad al Señor, es vista por muchos como locura. Los hombres y mujeres que han conocido a Dios y tienen convicción plena de a quién sirven, son tildados de locos con alguna frecuencia. La Biblia lo refleja así y la historia lo confirma. La razón humana no puede entender por qué perdonamos cuando nos odian. Se preguntan, ¿qué clase de personas son aquellas que ponen la otra mejilla ante el golpe furioso de un adversario?

Somos esa clase de personas que sonríen cuando son vejadas, que cantan cuando andan descalzas sobre guijarros. Si el sol calienta no nos detenemos a descansar, y si hay frío no tenemos lástima de nosotros. Vamos en dirección contraria a la mayoría y eso los desconcierta. Mientras la multitud prefiere mirar a lo que se ve, nosotros tenemos la vista elevada a lo que es invisible a los ojos. Hablamos optimismo en medio del caos y la ruina. Repetimos de memoria promesas bíblicas de victoria aunque el cuerpo esté enfermo y la creación llore. Sé que parecerá locura, pero nuestras palabras son “palabras de verdad y de cordura”.

Autor: Osmany Cruz Ferrer

Escrito para www.devocionaldiario.com

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