La utilidad de la rectitud – Osmany Cruz Ferrer

LA UTILIDAD DE LA RECTITUD

“Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella. Mas los impíos serán cortados de la tierra, y los prevaricadores serán de ella desarraigados”.

(Proverbios? ?2:21?, 22)???

Créanme que llevo un buen rato intentando comenzar estas líneas de la forma más diplomática posible. No sirvo para enemigo, no tengo delirios querellantes, no me van las pendencias, soy un pacificador, intento amar lo redimible que hay en cada ser humano, pero hoy garrapateo mi teclado sobre un tema que me inquieta bastante y por ello pido licencia para usar toda la franqueza necesaria. El asunto es que me molestan los impíos, ya está… lo he dicho. Los amo, pero me incomodan, activan mi vieja gastritis cuando les veo prosperar y conseguir sus propósitos.

He estado en el ministerio por más de veinte años. He visto la injusticia, el atropello y la maldad en general, encarnada en algunos de mis semejantes. Me he espantado ante la deslealtad y la falsedad aún en predios sacros, donde se espera que no ocurran cosas así, luego recuerdo que hasta entre los apóstoles hubo un Judas, y me sereno, solo un poco.

¿Acaso ser recto tiene alguna utilidad? Los que actúan con impiedad consiguen en menor tiempo y con casi ningún esfuerzo lo que desean, pero, ¿esa clase de pragmatismo conviene a un redimido? La respuesta obvia es: ¡No! Sin embargo, estamos lidiando día a día con una maldad rimbombante y el desconcierto de no poder acabar con ella puede traernos una buena dosis de frustración. ¿Cómo debiéramos mirar la realidad actual a la luz de las Escrituras?

El proverbista tenía un cuadro muy parecido al nuestro, al fin y al cabo, no hay nada nuevo debajo del sol (Ec. 1:9). En los tiempos de Salomón habían personas desalmadas en parecida proporción a las de ahora. Los malos han estado, y están, pero está claro que no siempre estarán. Hay fecha de caducidad para la maldad en el mundo, los malos “serán cortados de la tierra”. Este texto tiene un significado de trascendencia escatológica. Salomón profetiza días en los que los malos no habitarán junto a los justos. Todos sus actos violentos, sus intrigas, sus tramas macabras les serán inútiles delante del Juez de toda la tierra.

La promesa de una tierra sin maldad es esperanzadora, y se constituye en un acicate para nuestra fe. Entonces la rectitud sí que tiene utilidad, ella es condición ineludible para habitar esa tierra futura que Dios ha reservado para los que están de su lado. Los que hemos conocido a Cristo no podemos actuar vilmente, no podemos contemporizar con lo fraudulento y lo oscuro. No hemos aprendido esto de Cristo, ni de las Escrituras.

Tenemos que ser observadores y vigilantes sobre nosotros mismos. En la vida, como en una trama fílmica de héroes y villanos, se espera que los buenos actúen en consecuencia a su identidad. Toleramos que los villanos se vuelvan buenos, pero nunca es grato ver a un héroe que se torne malvado. Los rectos tienen el deber de ser incorruptibles sin claudicar, porque se desperdicia mucho cuando un justo pierde la honra. La justicia es la única contención válida contra el mal; un mal que no solo está fuera, sino que habita potencialmente en nosotros.

Alentados en las promesas bíblicas debemos mantener nuestra rectitud hasta el fin, porque el ocaso de esta vida, en realidad es el comienzo de la eternidad. Llegará ese día profetizado por los santos hombres de Dios y se cumplirá lo que está escrito: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:6:9).

En ese futuro glorioso no hay lugar para los impíos, la tierra será habitada por los rectos de corazón. ¡Amén!

Por: Osmany Cruz Ferrer
Escrito para www.devocionaldiario.com

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