Airaos, pero no pequéis – Maryuris Torres Urueta

Airaos, pero no pequéis

por Maryuris Torres Urueta

airaos-pero-no-pequeis“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre nuestro enojo, ni deis lugar al diablo. Airaos pero no pequéis”.

(Efesios: 4:26, 27)

El Señor a través de esta porción nos habla del enojo. Él sabe que como seres humanos, vivimos en comunidad y que necesariamente tenemos que convivir alrededor de muchas personas, que en cierta forma, a veces es difícil relacionarse con ellas.

¿Por qué es difícil la relación con otras personas? Porque somos todos los seres humanos muy diferentes, pensamos y actuamos de diversas maneras. Como dicen, “cada cabeza es un mundo” y tenemos ideas muy diferentes.

Lo digo porque nuestra convivencia empieza en nuestro hogar, con nuestros hermanos, con nuestros primos con nuestros padres. Y todos sabemos que las relaciones familiares conllevan muchas veces a que nos enojemos. Por ejemplo: Cuando nuestros hermanos más pequeños se meten en nuestra habitación, eso nos da mucha, pero mucha rabia, o cuando el hermano o la hermana se ponen nuestra ropa sin ni siquiera pedirnos permiso. También cuando estamos con nuestros amigos y nuestra mamá se sienta a escuchar lo que estamos hablando, cuando no nos dan la razón, o cuando no nos dan un permiso, son motivos de mucho enojo para nosotros.

También nos enojamos, muchas veces cuando nuestros hijos no nos obedecen, cuando por su mal comportamiento, les va mal en sus estudios. Es motivo de enojo cuando estamos en un banco o en un supermercado, y permanecemos mucho tiempo de pie porque la fila de la caja no avanza, ahí se ven muchas personas enojadas. O cuando esperamos a alguien y esa persona se demoró al llegar.

Hay muchas familias, (hijos, padres, hermanos, primos) que hoy en día están enojados, por algo que al final, no es ni tan grave, si no que no nos gusta perder, ni dar nuestro brazo a torcer, y nuestro enojo ya se vuelve en una terquedad. El señor nos dice: “Airaos, pero no pequéis, no se ponga el sol sobre nuestro enojo”. Eso quiere decir claramente queridos hermanos, que es humano que nos enojemos, pero nuestro enojo tiene que ser justificado, ósea que debe haber una razón muy valiosa para tenerlo o sentirlo. Por ejemplo: Jesús nuestro Señor, muchas veces se enojo, pero el tenia razón en su enojo, era un enojo, justificado. La palabra relata que Jesús “Estaba cerca de la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, Y hallo en el templo a los que vendían bueyes, ovejas, y palomas y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, hecho fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; Y dijo a los que vendían palomas: quitad de aquí esto y no hagáis de la casa de mi padre un mercado”.

Era justo el enojo de Jesús, porque lo que él decía era la verdad y no estaba bien que en el templo donde se va a adorar a nuestro Dios se convierta en una plaza de mercado. El cómo hijo de Dios, estaba haciendo respetar la casa de su padre. Y a la verdad, esto le causo mucho enojo. Pero hoy en día, nosotros los seres humanos estamos constantemente, enojados por cualquier cosa. Cosas que en verdad no tienen ningún sentido, un enojo que no tiene justificación.

El señor nos dice airaos, pero no pequéis no se ponga el sol sobre nuestro enojo. Claro que nos enojamos, porque el que diga que no se enoja entonces es una persona muy mentirosa, pero tenemos que reconocer, que somos seres humanos pero también somos hechos a imagen y semejanza de nuestro Dios y tenemos el don del amor y del perdón. De reconocer nuestros errores y de saber reconocer cuando nos equivocamos.
Y así como el Señor reconoce que como seres humanos nos enojamos también nos hace ver claramente, que no debemos cargar por mucho tiempo nuestros enojos, que no se ponga el sol sobre nuestro enojo. Que recapacitemos y reflexionemos y como seres inteligentes tratemos de buscar la paz. Que solo la podemos encontrar en un ser tan perfecto, tan lleno de amor y de misericordia como es nuestro amado Señor Jesucristo.

Pedir dirección por el Espíritu Santo y tratar de muchas formas, de ponernos de acuerdo con las personas con quien convivimos para tratar de no entrar en conflicto. Dios en su palabra, nos dice que: “¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmo: 133:1) También nos dice: “Porque allí envía Jehová bendición y vida eterna”. (Salmo133: 3) “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. (Romanos 12:18)

Queridos hermanitos, como ven es posible que en cualquier momento, de nuestras vidas, entremos en enojo, pero miren que también que es posible mantenernos en armonía y tener buenas relaciones con nuestro prójimo. Buscando cada día de nuestras vidas a Dios y hacerlo Señor y administrador de nuestros pensamientos, de nuestro corazón y que sea él quien ponga las palabras en nuestra boca cuando tengamos que hablar. Para así no ofender con nuestra ira a nuestro prójimo.

¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!

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