La verdad indestructible – Marisela Ocampo Otálvaro
La verdad indestructible
Podrán existir en el mundo muchas opiniones, diversas religiones que dicen ser el camino correcto para acercarse a Dios, diferentes creencias ejercidas con una falsa fe que se supone válida por el simple hecho de procurar el bien de los demás; y así, distintos argumentos que sustentan el no importar en qué o quién se pone la fe, con tal de decir que se cree en un ser supremo, en Dios. Estas y otras justificaciones, se convierten en la tesis de aquellos que dicen creer en Dios pero en realidad dudan y al mismo tiempo niegan su existencia. Nada más que una verdad a medias, en pocas palabras, una gran mentira que surge de la confianza que el hombre pone en sí mismo y en lo que el mundo le ofrece a través de la ciencia o teorías netamente moralistas y religiosas. “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”. Proverbios 16:25 (RV1960).
Ningún argumento podrá jamás anular la única y absoluta verdad que por la gracia y la misericordia que Dios nos otorga, muchos podemos ver revelada a través de las Sagradas Escrituras. Tal vez habrá quienes se opongan, se enojen, se rebelen y se resistan a esta majestuosa verdad, pero de nada les servirá; al final, Dios se llevará toda la gloria y el reconocimiento porque habrá cumplido con cada uno de sus propósitos y nada ni nadie lo impedirá. Su gloria será manifestada ante toda la creación y toda rodilla se doblará ante aquel que es el camino, la verdad y la vida “Jesucristo el Hijo de Dios”. Incluso los impíos e incrédulos lo harán, así sea demasiado tarde para ellos. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. Filipenses 2:9-11 (RV1960).
Dios, el Señor, el Padre Eterno, amó tanto al mundo que a pesar de no merecer su divino amor por causa del pecado, entregó a su Único Hijo, a Jesucristo, para que hecho hombre diera su vida en una cruz, librándonos de que nuestra maldad nos condenara al sufrimiento eterno. Jesucristo murió por todo aquel que en Él cree para que sea salvo y pueda participar de la gloria eterna en presencia del único Dios verdadero. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6 (RV1960).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16 (RV1960). El Padre, lo resucitó de los muertos, Jesucristo venció la muerte y con su entrega pagó la deuda que nosotros teníamos pendiente. El Padre ofreció el único sacrificio válido que nos permite alcanzar la salvación y la vida eterna por el don de la fe concedido en Cristo Jesús, a quien ofreció para salvación nuestra, Él, el Dios de toda la creación, lo dio todo por amor.
De nada vale que tratemos de ganarnos el favor de Dios por medio de sacrificios u obras que nacen del esfuerzo humano. Nunca podremos igualar e invalidar el sacrificio que hizo Jesús cuando cargó todos nuestros pecados en esa cruz. Es absurdo pensar que las buenas obras que quizá hacemos puedan compararse con la sublime y magnífica obra redentora de Jesucristo, afirmar algo así, sería una total herejía. “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”. Romanos 3:28 (RV1960).
Reconozcamos pues, que solo hay un camino que nos hace libres del pecado y de la condenación eterna, y es Jesucristo el Hijo del Dios Altísimo, solo por Él podemos ser salvos, solo en Él hallará descanso nuestra alma y solo por medio de Él tenemos entrada al trono celestial. “Jesucristo es el Señor”, la verdad indestructible que todos en aquel día, el día del juicio, declararemos. “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado”. Romanos 10:8-11 (RV1960).
El Padre está en los cielos y a su derecha se encuentra Jesucristo reinando con cetro de justicia, y no nos ha dejado solos, el Espíritu Santo está con nosotros para guiarnos y ayudarnos a cumplir con cada uno de los propósitos que desde antes de la fundación del mundo estaban grabados en el corazón de nuestro Padre Celestial. Qué buena noticia, sabemos que en cualquier momento tendremos que partir de este mundo, pero no hay ningún temor en ello, porque guardamos la esperanza gloriosa de permanecer para siempre en presencia de Dios nuestro Señor, gracias al regalo de la fe que tenemos en Jesucristo nuestro Salvador y Redentor.
“Gracias Padre, por haber dado a tu Hijo Jesucristo en rescate de nuestras almas; gracias Jesús, por tu entrega y obediencia; gracias Espíritu Santo, por tu compañía y dirección”.
¡Hoy declaramos al mundo entero que JESUCRISTO ES EL SEÑOR!
Autora: Marisela Ocampo Otálvaro