Jesucristo, Salvador y Redentor – Marisela Ocampo Otálvaro
Jesucristo, Salvador y Redentor
Padre Amado, gracias por tu Hijo Jesucristo, gracias por tu amor, por entregarlo en expiación de nuestros pecados, por tu misericordia derramada sobre nosotros. “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3:16 (Nueva Versión Internacional).
Te hemos fallado de tantas maneras, pero a ti, te ha placido bendecirnos con el gozo de tu salvación, con la redención de nuestros pecados por medio de tu Hijo Jesús. Gracias Padre, gracias por lo que has hecho en nuestras vidas, gracias por enviar a tu Hijo Jesús a morir en esa cruz para darnos salvación y vida eterna. “El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10 (Dios Habla Hoy).
Jesucristo murió en una cruz, se hizo maldito por nuestra iniquidad y pecado; pero Padre, tú lo resucitaste al tercer día, lo llevaste a tu gloria admirable y a la diestra de tu trono está sentado para recibir de nosotros los que en Él creemos, toda nuestra alabanza y adoración.
Hoy proclamamos a Jesucristo, tu Hijo, como nuestro Salvador y Redentor, como el Rey y Señor de nuestras vidas, digno de toda gloria y alabanza.
Pues Dios nunca le dijo a ningún ángel lo que le dijo a Jesús: «Tú eres mi Hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre».
Dios también dijo: «Yo seré su Padre, y Él será mi Hijo». Además, cuando trajo a su Hijo supremo al mundo, Dios dijo: «Que lo adoren todos los ángeles de Dios».
Pero al Hijo le dice: «Tu trono, oh Dios, permanece por siempre y para siempre. Tú gobiernas con cetro de justicia. Amas la justicia y odias la maldad. Por eso oh Dios —tu Dios— te ha ungido derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro».
También le dice al Hijo:
«Señor, en el principio echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los cielos. Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre. Ellos se desgastarán como ropa vieja. Los doblarás como un manto y los desecharás como ropa usada.
Pero tú eres siempre el mismo;
tú vivirás para siempre».
«Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
hasta que humille a tus enemigos
y los ponga por debajo de tus pies”
Hebreos 1:5-6, 8-13 (NTV).
¡Gloria a tu nombre Señor Jesucristo!
Autora: Marisela Ocampo Otálvaro
Escrito para www.devocionaldiario.com