Esposos insensatos – Marisela Ocampo O.
Esposos insensatos
Es doloroso confirmar cómo el diseño divino que Dios ha establecido dentro del matrimonio se ve atrofiado por causa del pecado de la humanidad. Genera desconsuelo el hecho de ver a un hombre con su corazón endurecido y su mente entenebrecida, de tal manera, que no alcanza a discernir el papel que cumple como esposo y cabeza de su mujer.
Si reflexionamos y vamos más allá de lo que pueden ver nuestros ojos, podemos también confirmar que la condición de la iglesia en la actualidad es exactamente el reflejo de lo que está pasando dentro de los matrimonios. Podemos ver una iglesia confundida, abandonada, llevada por todo viento de doctrina, maltratada, explotada, triste, angustiada, vacía, seca y carente de propósito, etc.; todo esto como consecuencia de la ausencia de su esposo que es Cristo, y esto no por Cristo, sino por la rebelión de las personas, por su pecado e incredulidad. La condición de la iglesia refleja la misma condición de muchas mujeres casadas que en este momento están en un abandono total por parte de su esposo, haciendo referencia principalmente al abandono espiritual y ministerial, pues existen esposos que proveen responsablemente las necesidades de su hogar y son “moralmente buenos maridos”, etc. Sin embargo, no pasan de ser simplemente hombres almáticos, con buenos principios y valores pero muertos en el espíritu. Esposos insensatos, que nunca oran, no instruyen a su familia en la palabra de Dios, no buscan la presencia de Dios y no dependen de Dios. Hombres que piensan que con hacer ciertas cosas bien hechas es suficiente para cumplirle a Dios, y es tanta la arrogancia y la soberbia de sus corazones, que se creen merecedores de recibir la bendición del Señor por su buen comportamiento. ¡Lamentable condición, carente de fe, de arrepentimiento y del Espíritu de Dios!
“Cristo murió para hacer que la iglesia fuera declarada santa, purificándola con el lavamiento del agua y un pronunciamiento suyo, para presentársela a sí mismo como una novia, llena de esplendor y belleza. Cristo murió para que la iglesia fuera pura, sin mancha ni arruga, ni nada semejante. El esposo debe amar a su esposa así como ama a su propio cuerpo; el que ama a su esposa, se ama a sí mismo porque nadie odia a su propio cuerpo. Todo lo contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo cuida a la iglesia porque formamos parte de su cuerpo”. Efesios 5:26-30 (Palabra de Dios para Todos).
Reitero, la iglesia no es abandonada por Cristo, esta se aparta y se desvía de Cristo por poner sus ojos en un simple mortal, una doctrina, un ministerio o la ley, etc. Las mujeres a las que hago referencia se encuentran desoladas, sin rumbo y sin dirección porque su esposo no ha tenido un genuino arrepentimiento, no ha podido experimentar la convicción de su pecado ni ha entendido lo que significa morir para sí y vivir para Cristo. Algunas de estas mujeres se encuentran perdidas porque les falta su líder, su esposo, quien sujeto a Cristo puede llevar su ministerio “su matrimonio” al destino que Dios ya ha marcado para ellos, la salvación y la vida eterna. Una mujer con un esposo ausente es como un barco al que le falta el timón. “Después de que Jesús dijo estas palabras, miró al cielo y dijo: Padre, ha llegado el momento. Da honra a tu Hijo para que Él pueda darte honra a ti. Le diste a tu Hijo autoridad sobre todo ser humano para que el Hijo le dé vida eterna a todo el que le has enviado. Esta es la vida eterna: que ellos te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú enviaste”. Juan 17:1-3 (PDT).
Así que hoy hago un llamado a aquellos hombres que ignoran completamente la responsabilidad que tienen como maridos ante los ojos de Dios, no sin antes rogarle a Él que tenga de ellos misericordia y derrame su preciosa gracia en sus corazones para que el perdón concedido en Cristo Jesús sea una realidad en sus vidas y por el poder del Espíritu Santo puedan ser transformados y alineados según los propósitos del Señor. “Esposos, arrepiéntanse de sus pecados; vuélvanse a Dios, crean en su Hijo Jesucristo y pídanle que les permita participar de su gloria, y amen a su mujer así como Cristo amó a la iglesia”. “El esposo es la cabeza de la esposa, así como Cristo es la cabeza de la iglesia. Cristo es el Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Esposos, amen a su esposa así como Cristo amó a la iglesia y entregó su vida por ella”. Efesios 5:23, 25 (PDT).
Ustedes mujeres, sujetas a Cristo pero abandonadas por su esposo; si sienten que ya no pueden más, sienten desfallecer por la dureza y la indiferencia de su esposo hacia Dios, no teman ni desmayen, sigan perseverando en fe y en oración; Dios nos escucha, somos sus hijas, sigamos esperando confiadamente en Él, aferradas de su palabra y obedientes a su voluntad; Él cumplirá sus promesas. “Esposas, estén dispuestas a servir a su esposo así como sirven al Señor. Así como la iglesia sirve a Cristo, también la esposa debe servir en todo a su esposo”. Efesios 5:22, 24 (PDT).
“Busquen al Señor mientras haya oportunidad de encontrarlo; llámenlo mientras esté cerca. Que el perverso deje de hacer el mal y el inicuo deje sus malos pensamientos. Que se vuelvan al Señor, y así Él tendrá compasión de ellos. Que se vuelvan a nuestro Dios, porque Él es generoso para perdonarlos”.
Isaías 55:6-7 (PDT).
Por: Marisela Ocampo O.
Escrito para www.devocionaldiario.com