Dios es todo, si lo tenemos a él nada nos hace falta – Marisela Ocampo Otálvaro

Dios es todo, si lo tenemos a él nada nos hace falta

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Uno de los deseos más profundos que acompaña el anhelo de seguir y servir con fidelidad a nuestro Señor Jesucristo, es que mi esposo y yo podamos tener el privilegio de ser padres, de concebir un hijo o hija según lo establecido por Dios en su palabra. Confiamos en que así es y creemos que en sus tiempos podremos ver ese sueño convertido en una hermosa realidad. ¡Para Dios nada es imposible! Lucas 1:37 (Palabra de Dios para Todos).

Lo irónico, es que mientras yo anhelo ser madre con todas las fuerzas de mi corazón, muchas otras mujeres que han tenido la gran dicha de serlo han abandonado a sus hijos. En estos días, Dios puso en mi camino a una pequeña niña que fue abandonada por su madre con unos pocos meses de edad, y sin la intensión de señalar a su madre o a aquellas otras mujeres que han hecho lo mismo, quiero decirles que sentí que mi alma se desgarraba cuando escuché a la niña expresar con sus propios labios que su madre la había dejado con su padre y que nunca ha sabido algo de ella. ¡En ese momento sentí tanta impotencia! pero al mismo tiempo pude confirmar que sólo el amor y la ternura de Dios bastaban para llenar el vacío que esta niña guardaba en su corazón.

Una de las preguntas que me hacía cuando estaba escuchando a esta pequeña, era ¿qué le podía ofrecer, qué podía hacer para que ese vacío que sentía en su corazón fuera lleno, por lo menos por un instante? De repente, Dios fue quien obró y de una manera extraordinaria Él hizo que no sólo ella, sino yo, sintiéramos su gran amor, su abrazo fiel y protector. El Señor no me puso en su camino ni a ella en el mío por casualidad, las dos necesitábamos confirmar que Dios siempre está ahí y que es Él a quien verdaderamente necesitamos por encima de cualquier otra persona, que es Él, quien nos hace sentir plenas, confiadas, protegidas y amadas.

¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho,
y dejar de amar al hijo que ha dado a luz?
Aun cuando ella lo olvidara,
¡yo no te olvidaré!
Grabada te llevo en las palmas de mis manos;
tus muros siempre los tengo presentes.

Isaías 49:15-16 (Nueva Versión Internacional). 

Qué ironía “yo como muchas otras mujeres anhelando tener un hijo o una hija, y cuántos niños y niñas, están anhelando en este momento tener una madre o  un padre”. Sin embargo y a pesar de esta cruda realidad, es gratificante saber que en los planes de Dios podemos descansar confiadamente porque todo en Él tiene una razón de ser y nada de lo que sucede bajo el cielo está lejos de su alcance.

Yo no tengo hijos y muchos niños y niñas no tienen una madre o un padre, otras personas tal vez están sufriendo por la ausencia de un esposo(a), quizá muchas otras sienten un vacío que por más que intenten no han podido llenar; pero hay algo certero, y es que si tenemos a Dios, la ausencia de un hijo(a), de una madre o un padre, de un esposo(a) o de cualquier otra cosa, no serán obstáculo para que el Señor haga lo que tiene que hacer con nosotros y podamos sentir la plenitud que sólo en Él podemos experimentar.

Debemos comprender que es en el Señor en quien tenemos el amor, la llenura y el gozo total que en ninguna persona o cosa podremos encontrar jamás. El amor de Dios lo suple todo, con Él nos debe bastar porque en su amor y en su presencia todo lo que necesitamos lo encontramos. La presencia del Señor en nuestras vidas, vale más que un padre, más que una madre, más que un hijo(a), más que el dinero, más que una posición, más que todas las riquezas de este mundo; Dios es todo, si lo tenemos a Él nada nos hace falta. Jehová es mi pastor; nada me faltará. Salmo 23:1 (Reina Valera 1960). Así que, no importa qué o a quién crees que necesitas, tu verdadera necesidad es de Dios y mientras lo tengas a Él, lo demás se convierte en una añadidura que por la gracia y la misericordia del Señor obtendrás, si así Él lo quiere. Que se haga su voluntad y no la nuestra.

Y para concluir, les pido hermanos(as) que clamemos en oración por los padres y las madres que han abandonado a sus hijos(as) para que el Señor tenga de ellos misericordia, los lleve al arrepentimiento y les conceda la dicha de su perdón. Y de igual forma, por aquellos niños y niñas que en este momento están sufriendo las consecuencias del abandono, que el Señor les conceda su gracia, sane sus corazones y los proteja de toda maldad, que los guarde y los cubra bajo su amparo Paternal, en el nombre Poderoso, Dulce y Precioso de nuestro Señor Jesucristo, en quien obtenemos respuesta a nuestras peticiones. Amén.

“Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.”

Salmo 27:10 (Reina Valera 1960)

¡Si tengo a Dios, lo tengo todo!

Autora: Marisela Ocampo Otálvaro

Escrito para www.devocionaldiario.com

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