Rompiendo la vasija – Luis Caccia Guerra

Rompiendo la vasija

Pero estando él en Betania,  en casa de Simón el leproso,  y sentado a la mesa,  vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio;  y quebrando el vaso de alabastro,  se lo derramó sobre su cabeza. Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí,  y dijeron:  ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios,  y haberse dado a los pobres.  Y murmuraban contra ella.

(Marcos 14:3-5 RV60)

Este bello pasaje de las Escrituras me recordó muchas cosas; sin ánimo de detenerme en los detalles, ya que se trata de una porción de la Palabra de Dios sumamente rica y jugosa en cuanto a significados, mensajes entre líneas, escenario, vida y ministerio de Nuestro Amado Señor. ¡Una verdadera veta de oro teológicamente hablando!

Quienes nos leen pueden estar o no, de acuerdo con lo que escribimos. Les puede gustar o no, lo que hacemos y cómo lo hacemos. Pero más allá de todo ello, la ÚNICA PALABRA INSPIRADA de DIOS es la BIBLIA y nada más que la BIBLIA. Todo lo que nosotros digamos y expresemos aquí por intermedio del ministerio de la palabra escrita, no son más que consideraciones personales de los autores con el único propósito de hallar una aplicación devocional para nuestras vidas y ser de bendición para las naciones.

Y es justamente este hecho el que movilizó esta reflexión que hoy comparto con nuestros amados lectores.

Quienes formamos parte de este ministerio y en forma personal de otros similares, no percibimos –ni tenemos interés alguno en hacerlo– salario ni retribución alguna por nuestro trabajo. Es más, nuestra labor en la viña del Señor habitualmente nos genera gastos, no ganancias. Por supuesto que nuestro buen Señor se ocupa personalmente de cada uno de nosotros, de nuestras necesidades y de las de nuestras amadas familias, pero ese no es el punto ni el foco del presente mensaje.

Esto es justamente el resultado de la fe que le da vida a mi razón de ser. Hay quienes se han acercado a mi ministerio y cuando descubrieron que se trata de personas comunes y sin relaciones importantes; que esto no era una inversión sino un gasto; y que no había el más mínimo propósito de convertirlo en un negocio ni sacar crédito personal alguno de ello, se alejaron. ¡Gracias!

Y es que todo el tiempo no hemos estado haciendo otra cosa que rompiendo la vasija y derramando el perfume del Señor. Dios nos dotó del talento de ministrar a través de la palabra escrita. Hoy, más de tres millones de visitantes al año pueden sentir ese grato aroma. Y eso me emociona, me bendice, me alienta a continuar. Me llena de gozo a pesar del cansancio, las dificultades, la salud… mientras otros murmuran “se podría haber vendido…”

Amad@: Dios te ha dotado de un talento muy especial, que no necesariamente tiene que ser el de escribir. Tal vez ya lo hayas descubierto, tal vez no. Pero si ya lo conoces, no dudes en ponerlo al servicio de Nuestro Señor. Cuando uno se niega a sí mismo; rompe barreras, rompe cientos de “no”; está rompiendo la fina vasija de alabastro de nuestro propio yo, de la voluntad propia y derrama la exquisita esencia sobre el Señor… deja que el grato aroma se esparza por toda la casa.

Este mundo en crisis se revuelve entre dolores de muerte y desesperación. Necesita de siervos dispuestos a romper la vasija y derramar gratuita y desinteresadamente el aroma de la fe, el amor, la palabra, la esperanza y la gracia del Señor.

Mas el mismo Dios y Padre nuestro,  y nuestro Señor Jesucristo,  dirija nuestro camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos,  como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones,  irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre,  en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

(1 Tesalonicenses 3:11-13 RV60)

Autor: Luis Caccia Guerra

Escrito para: www.devocionaldiario.com

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