Por el valle de las lágrimas – Luis Caccia Guerra
Por el valle de las lágrimas
No existe la felicidad plena, completa, duradera, prolongada sin tiempo. Sólo existen momentos felices. Que la vida de algunas personas sea más feliz que las de otras dependerá de la intensidad, duración, pero fundamentalmente de la frecuencia de esos momentos felices. Mientras más momentos de esos haya en el transcurso de sus vidas tal vez se pueda decir que más felices son. Esto es tan sólo un pensamiento echado a volar a través de estas páginas. Seguramente habrá alguien con otra forma de pensar, otro concepto de la felicidad a quien le asista plenamente la razón desde su punto de vista. Esto es, por lo menos, lo que le ha tocado experimentar a quien esto escribe.
Lo cierto es que nuestra actual forma de vivir, más allá de las diferencias, más allá de cuán placenteros o sufridos sean los días que nos toca vivir en esta tierra tal como la conocemos, es herencia de nuestros padres naturales Adán y Eva. No fue expulsado Adán del Edén justamente para que sus días fueran felices y placenteros “…maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá…” (Génesis 3:17 y 18) le dijo Dios. Con esta tremenda declaración, Dios no sólo hablaba de siembras y de cosechas de los alimentos y productos de la tierra; también sellaba su destino y el de sus descendientes sobre este mundo y le anticipaba cómo iban a ser de aquí en más sus días sobre esa tierra a la que arrastraba consigo en su caída. Esa misma tierra sobre la que hoy nos toca estar y vivir a todos nosotros.
He conocido personas que teniéndolo todo, tienen sus graves problemas. Tienen carencias que tal vez que no tenemos nosotros, pero a muchas viviendo en una aparente abundancia y bienestar, están persuadidas de que les falta lo mejor. Gente con profundas frustraciones, traumas, conflictos, a veces con la salud quebrantada o alguna seria discapacidad que les impide disfrutar a pleno su diario vivir. Otras en cambio, en lo diametralmente opuesto, viviendo en zonas de guerra o en la más denigrante indigencia con carencias aún de lo más básico y elemental para subsistir, ya no viviendo, sino sobreviviendo agónicamente sus días sobre este mundo. Entre estos extremos, una zona gris en la que nos hallamos la mayoría de los seres humanos de este mundo, con más o menos dificultades.
Y en este tópico todos hemos experimentado al menos una vez en la vida, el tránsito en angustia y en soledad por ese valle profundo, oscuro, doloroso, de las lágrimas; por el que nadie quiere pasar. Hoy, en lo personal, me encuentro viviendo una de las más prolongadas y profundas crisis de mi vida.
Pero grande es Dios que levanta de lo peor, algo bueno (Romanos 8:28). Que construye de los despojos de un rancho, un palacio. Debo decir que de los peores momentos de mi vida han surgido los mejores escritos. No para mí, sino para aquellos con quienes tengo el privilegio de compartir y se encuentran del otro lado leyendo sus líneas.
Como hermanos y como creyentes nos ha sido dado el llevar no sólo las Buenas Nuevas a quienes no conocen a Dios. También una palabra de consolación al caído y al dolido, poner a SU Disposición cada segundo de nuestras vidas, cada momento de esos lindos para gozarnos juntos, sino también los feos y desagradables, para que con Su Mano de Poder nuestro amado Dios tenga a bien edificar nuevo sobre los escombros de las almas quebrantadas.
Es entonces cuando cobra significado la Gloria de Dios obrando con poder en mi vida. Es entonces cuando cobra significado la razón de ser y mi propia existencia.
Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.
(2 Corintios 7:4 RV60)
Autor: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com
Esta mañana mientras degustaba mi humeante taza de café, una amiga me contó la situación que vive en casa, y como eso la desmoraliza y anoche hablaba con Dios y le preguntaba que hacer.
En algún momento de la conversación le dije algo como no me da gusto que estés pasando por esta situación pero me hace sentir mejor escuchar que no soy la única que pasa por angustia, soledad, por ese valle profundo y oscuro del que a veces me pregunto cuando saldré.
Yo al igual que la letra de la canción de Jesús Adrián Romero digo:
Quiero vivir allá en una casa en las montañas cerquita del cielo cerquita de Dios, quiero vivir allá donde el aire es puro y sano donde puedo respirar el mismo sol pero todavía no, no.
Quiero vivir allá donde el rio es abundante cerquita del cielo cerquita de Dios quiero vivir allá donde un día se llevarme dónde puedo respirar el mismo sol pero todavía no, no.
Y aquí estoy en este valle de huesos estoy soplando vida y aliento aquí estoy en este valle tan desierto tan sediento de tu amor aquí estoy Dios.
Quiero vivir allá donde siempre es primavera cerquita del cielo cerquita de Dios quiero vivir allá donde canta la mañana donde hay árboles que danzan con el sol pero todavía no, no.
Y hoy que leo su devocional las lagrimas se me resbalan y pensé que estará pasando Luis, no lo sé.
Yo en lo personal, a excepción de mi mente parlachina, todas las esferas de mi vida están bien. Pero los pensamientos me invaden, las heridas del pasado resurgen y me causan dolor.
Grande es Dios que levanta de lo peor, y yo espero que en cualquier momento tanto mi amiga, usted y yo estemos del otro lado mientras tanto oraré por ella, por usted y por mí.
Gracias por compartir, yo también creo que nos ha sido dado el llevar las nuevas nuevas a quienes no conocen a Dios, pero también una palabra de consolación al caído y al dolido.
A pesar de la distancia Luis, yo en estos momentos lo tomó de su hombro y por medio de la oración le brindo todo mi apoyo en el amor de Jesús.
Pronto veremos el poder de Dios obrando con poder en nuestras vidas.