Nevada

Estaban dos pajaritos posados sobre la rama de un árbol. Era pleno invierno y comenzó a nevar. Entonces, uno de ellos, curioso, preguntó al otro:

-¿Pesa mucho un copo de nieve?

-No, respondió el otro. Casi nada. Pero te cuento algo: El invierno pasado estaba posado sobre una ramita de este mismo árbol y comenzó a nevar como hoy. Uno a uno iban cayendo los copitos de nieve y acumulándose sobre la ramita en la que yo estaba. Todo bien, hasta que cayó el último copito. ¿Sabes qué? ¡La ramita se quebró con el peso de la nieve y tuve que salir volando!

Nuestro ministerio, nuestra vida entera, se compone de un enorme número de actos y conductas, mucho más de lo que podemos controlar e imaginar, que a nuestra manera de ver las cosas, tal vez los consideramos livianos, sin trascendencia, sin peso; como el copito de nieve. Pero se acumulan en las ramitas de las vidas de quienes nos rodean.

Nos enfocamos en que todo en nuestro ministerio salga lo mejor posible. Y eso está muy bien. Pero fracasamos creyendo que tenemos éxito si perdemos de vista lo principal: que más allá de los objetivos y metas ministeriales, EDIFICAMOS VIDAS para la GLORIA DE DIOS. Puesto esto en perspectiva con toda una Eternidad que nos espera, en este contexto el ministerio y sus objetivos son en realidad herramientas para formar vidas.

No lo vemos… hasta que alguien se quiebra por el peso de la suma de todas nuestras “liviandades”. Como el peso de muchos copitos de nieve quiebra la ramita del árbol. Entonces, la voz de Cristo nos confronta con el camino mal hecho.

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

(1 Pedro 2:9 RV60)

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias…

(Apocalipsis 2:7a RV60)

Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com

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