El águila que no fue – Luis Caccia Guerra

El águila que no fue

Esta historia popular cuenta de un guerrero indio que encontró un huevo de águila en la cima de una montaña. Cuando bajó, lo puso junto con los huevos de una gallina. Tiempo después, los huevos eclosionaron y los pollitos salieron del cascarón… el aguilucho también. Pasado el tiempo el aguilucho aprendió a cacarear, a escarbar la tierra en busca de lombrices y hasta podía subir a las ramas más bajas de los árboles, tal como las gallinas. Toda su vida transcurrió en la certeza de que era una gallina.

Un día, ya pasados los años y envejecida, alzó su mirada hacia los cielos y vio un pájaro majestuoso que volaba con sus alas desplegadas al viento. Impresionada, le preguntó a otra gallina qué clase de pájaro era ese.

La gallina, miró hacia arriba, se encogió de hombros y respondió:

-¡Ah! Es el águila dorada, reina de los cielos. Pero ya no pienses más en ella. Nosotros pertenecemos aquí abajo.

El águila no miró más hacia arriba y transcurrido un tiempo murió como una gallina. Eso es lo que le dijeron que era. Eso es lo que ella había creído toda su vida. Como tal siempre fue tratada y como tal vivió.

Hace un tiempo, entre lágrimas, bronca y amargura, me quejé delante de Dios de la pobre y baja calidad de vida que tenía. No se trataba de un corazón contrito y humillado delante de Dios que reconoce quebrantado su error. Era el lamento de un águila mirando hacia los cielos viviendo como gallina, sí; pero había profundas raíces de amargura en esa declaración.

Dios es de soluciones drásticas en estos casos. Él interviene quirúrgicamente los corazones rotos para repararlos. No hace parches. Pero las cirugías de Dios siempre son sin anestesia. No es de extrañarse, entonces que quien esto escribe haya tenido que pasar por lo que pasó.

Hoy tengo otra clase de calidad de vida. Siempre fui tratado como gallina. Siempre creí, siendo águila por el poder de Dios, que era gallina y como tal viví mi vida. Hoy sé que no tengo nada y que nada merezco por mérito propio. Pero aferrado al madero de SU GRACIA sé que PUEDO, que cuando entregué mi derrota en sus manos, tengo SU VICTORIA en SU PODER. Hoy miro hacia la cruz de Jesús y en la perspectiva de lo Eterno, esto es sólo una anécdota. HOY SÉ QUE TOMADO DE SU MANO PUEDO VOLAR y estoy aprendiendo a hacerlo.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

(Filipenses 4:13 RV60)

pero los que esperan al SEÑOR tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas, como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

(Isaías 40:31 RV2000)

Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com

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