Cuando Grande es Él – Luis Caccia Guerra

CUAN GRANDE ES ÉL

Cuan-grande-es-El

“A pesar de todos sus defectos, este planeta lleva las marcas del deseo original, huellas de belleza y alegría que nos recuerdan y nos muestran la intención del Creador.” (Philip Yancey-¿Para qué sirve Dios?)

El salmista tuvo a bien expresar en la delicada, fina, bella e inspirada poesía del Salmo 19:

Los cielos cuentan la gloria de Dios,

Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

(Salmos 19:1 RV60)

Cada mañana lo puedo comprobar al mirar hacia el oeste y observar el imponente fondo de la Cordillera de Los Andes, que puede verse desde cualquier punto de la ciudad en la que vivo. Evidentemente nuestro amado Papá Dios, tal como artista de renombre, ha dejado su firma, su impronta en este mundo, a pesar de la caída, de que todo lo que hizo era bueno y bueno en gran manera (Génesis 1:31).

“Hay una gran diferencia entre tener mucha fe en un dios pequeño y tener tan sólo un poco de fe en un gran Dios.” (David Platt)

“AL RECORRER LOS MONTES Y LOS VALLES

Y VER LAS BELLAS FLORES AL PASAR;

AL ESCUCHAR EL CANTO DE LAS AVES

Y EL MURMURAR DEL CLARO MANANTIAL.

MI CORAZÓN ENTONA LA CANCIÓN,

¡CUÁN GRANDE ES ÉL, CUÁN GRANDE ES ÉL!”

(Carl Gustaf Boberg-Cuán grande es Él)

De la inspirada pluma de Boberg (16/08/1859-17/01/1940), “Cuán grande es Él”, es su himno más conocido y el que puso su nombre en la historia.

El escritor y periodista Philip Yancey, uno de mis autores favoritos y a quién más he leído desde mi juventud, decía que escribe sobre alabanzas, pero no está alabando; está contemplando y armando en palabras, desde la quietud de su estudio está escribiendo sobre alabanzas.

Pero hoy he entendido que desde la tranquilidad de mi estudio, no resulta ser así. Me siento privilegiado en rendir alabanzas a SU NOMBRE ordenando palabras, una tras otra, intentando expresar en términos con significado concreto lo indecible, lo inexpresable en palabras humanas, lo que se dice en el idioma del espíritu.

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;  pues qué hemos de pedir como conviene,  no lo sabemos,  pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

(Romanos 8:26 RV60)

Por: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.devocionaldiario.com

 

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