Espíritu, Alma y Cuerpo – Lucy Carmona
ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
(1 Tesalonicenses 5:23)
Esta porción bíblica nos habla de los tres componentes del hombre: espíritu, alma y cuerpo. Me llama la atención de que establece al final de este verso la importancia de que nuestro ser “tripartito” sea guardado irreprensible para la venida del Señor. Buscando el diccionario bíblico la palabra irreprensible nos indica en nuestro lenguaje que no da motivos para que pueda ser atacado o reprendido.
Muchos han tratado de unir el alma y el espíritu, pero en Hebreos 4:12 se indica que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu…” Aquí notamos que se hace notable que estas dos entidades, alma y espíritu, son separadas dentro de nosotros.
Según la Teología, el espíritu es la parte del hombre que se relaciona con Dios y con los asuntos espirituales, por eso puede gozar de comunión con Dios. Por otra parte, el alma es la que hace al hombre consciente de sí mismo y lo que nos hace expresar emociones, sentimientos y voluntad. El cuerpo no es eterno, el alma y el espíritu si lo son. Por eso en la hora de la muerte, el cuerpo vuelve a la tierra (Génesis 3:19), el espíritu vuelve a Dios que lo dio (Eclesiastés 3:21, 12:7), pero el alma es lo que es reservada para el castigo eterno o la vida eterna (Mateo 25:46). Al momento de la muerte, el alma no deja de existir puesto que seguirá existiendo por toda la eternidad. Por esto Jesus dijo: No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar. (Mateo 10:18).
¿Y qué del cuerpo? Para que una persona sea totalmente integra para alcanzar la salvación la limpieza debe alcanzar el cuerpo; por cuanto nunca hemos visto un alma caminar por la calle, ni un espíritu salir al mercado; es con nuestro cuerpo que nos relacionamos con el mundo físico. Cuando permitimos que nuestro cuerpo sea gratificado en todas sus aéreas, cada día tendrá más exigencias, el alma se volverá hedonista y llena de apetitos sensuales; aquí es donde podemos ver que una persona es “carnal”. La consagración debe comenzar por el cuerpo el cual se ha de presentar como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios; nuestro cuerpo debe servir como instrumento de justicia.
Concluyo mi reflexión recordándote que el propósito de Dios es que todas las entidades o elementos de nuestro ser estén bajo el señorío del Espíritu Santo. Nos dice Efesios 4:30 “y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención”.
Examinemos nuestra vida y comencemos a vivir para Dios, ¡mañana podría ser tarde!
Autora: Lucy Carmona
Escrito para www.destellodesugloria.org