Un toque personal del Señor – Hefzi-ba Palomino

UN TOQUE  PERSONAL DEL SEÑOR

Un-toque-personal

“En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.”

Efesios 1:13-14

Nueva Versión Internacional (NVI)

El pasado Domingo celebramos la fiesta de Pentecostés, en donde hubieron varios hechos gloriosos, espectaculares, como la obediencia de los apóstoles de reunirse en Jerusalén; la aparición  repentina de la presencia del Espíritu Santo, empoderando a los discípulos, llenándolos del poder de Dios,  conforme a la promesa de Jesús; la predicación de los discípulos en diferentes lenguas y el bautizo de más de 3.000 personas que creyeron, recibieron al Señor y al Espíritu Santo.

Para los que tuvimos la oportunidad de  asistir a la Iglesia en este día, fue un tiempo maravilloso, sin embargo, tengo que reconocer que en verdad  la mayoría de los creyentes,  conocemos de Dios teóricamente como un Ser Trinitario, (Padre,  Hijo y  Espíritu Santo) pero la mayoría de las veces invocamos a Dios como Padre y a Jesús como Hijo, pocas veces nos acordamos del Espíritu Santo y si lo hacemos no le  damos  el lugar que le corresponde en nuestra vida, no sé si por falta de conocimiento acerca de Él o porque sencillamente no nos han enseñado algo diferente.

Así que me propuse profundizar más en el tema, con el objetivo de experimentar esa llenura del Espíritu Santo, que no es otra cosa que la mismísima Presencia de Dios; me doy cuenta que de  la misma manera que tuvimos un encuentro personal con Jesús, necesitamos tener un encuentro personal con el Espíritu Santo; necesitamos el avivamiento del Espíritu,  Jesús lo exaltó, lo  prometió y lo envió a nosotros como El Consolador mientras El vuelve; el Espíritu Santo nos da el  poder de poder testificar acerca de Jesús;  es el Espíritu de Dios, es Santo, es el que hace posible que tengamos comunión con Dios, es el que hace posible que tengamos una nueva vida, un segundo nacimiento y vida en Cristo; es Dios habitando en nuestro interior, en nuestro corazón.

Todos tenemos ese sello del Espíritu Santo quien hace posible que reconozcamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador; es la voz de nuestra conciencia, es quien produce los preciosos frutos del espíritu y quien hace posible que seamos diferenciados y reconocidos en la tierra y en cielo, como hijos de Dios, llevamos su sello y su impronta.

El Espíritu Santo es la preciosa Presencia de Dios. Algo real, preciso y necesario y si no la tenemos, si no la sentimos, es simplemente porque no está. El Espíritu se apaga, se contrista, se aleja, se lastima y si esto ha sucedido, es necesario con  urgencia restaurar esta conexión, esta preciosa  comunión con Dios, que de alguna manera se ha perdido.

Esto  puede suceder básicamente porque aún no hemos renunciado a algo de nuestra vida pasada pecaminosa y que nos aleja de la Presencia de Dios o bien, por falta de perdón,  pues donde no hay perdón, el Espíritu Santo no puede estar, pues es contrario al amor de Dios.

El Salmo 51 nos habla de esa conexión esencial que existía entre el Rey David y El Señor y para él era tan importante que aun teniendo “el corazón conforme a Dios” como se le describe, pide a Dios “No quites de mi tu santo espíritu”

La buena noticia es que Jesús, que es nuestro abogado y defensor, siempre está allí para escucharnos si nos arrepentimos de corazón, perdonarnos y devolvernos el gozo de su presencia, el consuelo de la fresca brisa del espíritu, la paz y la guía para hacer lo correcto para restaurar su presencia en nuestra vida. Dios tiene mucho para darnos, podemos buscar y pedir la llenura del Espíritu, pues es El quien hace posible que permanezcamos en Jesús y en Su Palabra y empoderarnos para que testifiquemos acerca de Jesús.

El Espíritu Santo es el toque personal de Dios en nuestra vida, el cual nos hace únicos e irrepetibles, diferentes y con ese sello característico que solo Dios puede darnos, no lo desechemos por bagatelas y no cambiemos nuestro reino por un plato de lentejas, al final, lo más importante es la Presencia de Dios. Vale más un día en su presencia que mil años fuera de Él. Deja atrás todo temor y pídele al Padre su Espíritu, que te llene, que te inunde, que puedas experimentar la verdadera vida espiritual.

“¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”

Lucas 11:12-13

Nueva Versión Internacional (NVI)

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

 

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