Las obras de la carne – Hefzi-ba Palomino

LAS OBRAS DE LA CARNE

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“Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”

Gálatas 5:19-21

Nueva Versión Internacional (NVI)

Interesante resulta este tema cuando en una misma semana he escuchado varias malas interpretaciones acerca del espíritu y de la espiritualidad. La primera fue en un programa de televisión, escuche hablando a un testigo que decía, más o menos lo siguiente: “yo no sigo ninguna religión, pues a mí lo que me gusta son las cosas espirituales,   como el karma, la reencarnación, la espiritualidad del oriente, etc.” y la segunda fue un correo que recibí acerca de los alimentos que producen cáncer; los cuales me hicieron investigar un poco más profundamente sobre estos y estos son los resultados.

En primer lugar, Dios es claro y así lo expresa en La Biblia, que la carne es enemistad con Dios y contraria al espíritu y que el pecado, producto de las obras de la carne, es lo que nos separa de Dios; segundo que la carne es carne, por mucho que se disfrace de buenos modales, de mística o por muy civilizada que parezca, la carne no deja de ser carne y en tercer lugar que la paga por el pecado es – la muerte – no solo del cuerpo, sino también del alma y del espíritu.  No pretendamos salvar el cuerpo, pues este es solo una parte de nuestro ser y no es el alimento lo que sana, ni lo que entra por nuestra boca, sino más bien lo que hay en nuestro corazón y lo que sale de nuestra boca.

El problema radica en que aun los mismos cristianos, después de haber creído en El Señor y aun después de haberse bautizado, no asimilan que están – muertos – para el pecado y que somos llamados a ser hombres y mujeres espirituales, porque vivimos por el espíritu y ya no por la carne y que el pecado ya no debería tener ninguna autoridad o poder sobre nosotros.

Ser espiritual, significa estar muerto para la carne y para el pecado y estar vivo para Dios y para el espíritu y no hablar bonito de esoterismo, cosas ocultas o místicas y creerse que se es más santo, puro o mejor persona  que los demás, porque estas personas, por mucho que quieran, siguen siendo carnales y no espirituales.

He escogido una clasificación de las categorías de pecados enumerados por el Apóstol Pablo, según Watchman Nee, de su libro El Hombre Espiritual, que ciertamente nos ayudaran en nuestro intento de comprender y asimilar si aún somos carnales o que tanto nos falta para ser de verdad espirituales. Él dice que los pecados antes mencionados, pueden dividirse en 5 categorías:

  1. Pecados del cuerpo que son extremadamente corrupto, tales como la fornicación, la inmundicia y la lascivia.
  2. Pecados asociados con Satanás, y comunicaciones sobrenaturales con él, tales como la idolatría y la hechicería;
  3. Pecados relacionados con el mal genio, como por ejemplo las enemistades, los pleitos, los celos y las explosiones de ira;
  4. Pecados relacionados con divisiones religiosas, tales como las disensiones, las divisiones, el sectarismo, el sectarismo y la envidia;
  5. Pecados relacionados con el libertinaje, tales como las borracheras y las orgias. Todos estos pecados pueden verse fácilmente y cualquiera que practique alguno de ellos es de la carne.

Algunos pecados podrían parecer “benignos” no tan malignos, no tan malévolos, pero no importa como el hombre los vea, para Dios provienen todos de una misma raíz, la carne.

Ahora bien, quiero aclarar que esto no significa que no seamos salvos, significa que aún estamos en proceso de ser santificados y llenos de la gracia del Espíritu Santo y que debemos persistir en el día a día, luchando contra nosotros mismos, con nuestra carne, no solo con nuestro cuerpo, sino también con nuestro carácter y personalidad, sujetos a la voluntad de Dios, reconociendo que aún no somos perfectos, arrepintiéndonos y pidiendo perdón por nuestras faltas, para que la gracia y el amor de Dios nos ayuden a ser mejores cada día, conforme a su perfecta voluntad y el plan que tiene para cada uno de nosotros.

No pretendo juzgar, para no ser juzgada, más bien reconozco que aunque el pecado ya no vive en mí, aún quedan por ahí raíces que faltan por ser arrancadas o son patadas de ahogado de un carácter que se niega y se resiste a morir, porque simplemente es carne y la carne tiene que morir, para que pueda crecer en el espíritu y en Cristo.

Oro por cada uno de ustedes y por mí, para que El Señor tenga misericordia de nosotros, y permita que su obra se perfeccione en cada uno de sus hijos y seamos dignos de entrar en su gloria y disfrutar de su descanso. Amen

“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.”

Filipenses 1:6

Nueva Versión Internacional (NVI)

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

 

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