Aun cuando desobedezcas, terminaras obedeciendo – Enrique Monterroza
¿Para que esperar a ser tragado por un gran pez?
Jonás 2: 7-10
“Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra”.
La historia de Jonás la conocemos desde niños, aun recuerdo cuando por primera vez escuche esa historia. El vecino que vivía enfrente a la casa de mis padres me invitaba, me pasaba recogiendo todos los domingos por la mañana para ir a la clase dominical, a pesar que yo era religioso y toda mi familia pertenecía a la religión tradicional, no podían impedimento para que yo fuera con los “evangélicos” a la clase dominical, primero porque descansaban de mi y segundo porque así no me perdía con malas amistades.
Todavía recuerdo esos días de escuela dominical, yo siempre fui un niño muy inquieto en el sentido que me gustaba poner atención a las cosas, siempre fui aplicado en mis estudios y siempre me gustaba sobresalir. Recuerdo que ponía mucha atención a las clases pues siempre existió en mí el deseo de buscar a Dios, pese a que aun no lo conocía como tal. Luego de la historia nos daban hojas para colorear y en una de esas conocí al gran pez que trago a Jonás por su desobediencia.
Y es que años después supe que fue por eso, pese a que lo había dibujado y coloreado, no sabia a ciencia cierta de que se trataba o mejor dicho, ¿Cuál fue la razón por el que Jonás termino siendo tragado por el pez?, si yo sabia que había desobedecido, pero no entendía a cabalidad lo que significaba desobedecer a Dios, quiérase o no por ser un niño muy imaginativo y soñador, pensaba que siempre que desobedeciera a Dios podría ser tragado por un pez gigante.
Pero la verdad es que la voluntad de Dios no es que seamos tragados por peces gigantes, al contrario, su perfecta voluntad es que obedezcamos a sus mandatos, sean estos agradables a nuestros oídos o no.
Es que nos cuesta entender la voluntad de Dios, y no te culpo, ni mucho menos me culpo, porque nuestra mente finita no lograra comprender a totalidad los planes sabios de Dios, pues nuestra mente se basa en las probabilidades humanas, mas los propósitos de Dios se basan en las probabilidades Divinas, que son infinitas.
¿Cuántas veces Dios nos ha mandado a Ninive?, si a hacer aquello que no quiero hacer o ir al lugar donde no quiero ir.
En muchas ocasiones Dios me mando a predicar a lugares raros y lejanos, todavía recuerdo las muchas veces que caminaba muchos kilómetros para ir a predicar o para ir a invitar personas para que conocieran de Dios. En mas de alguna vez no me gusto el lugar hacia donde me enviaron mis autoridades, pero mi lema siempre fue y será: “si en lo poco le soy fiel, en lo mucho te pondré”.
Pero no siempre fui obediente a lo que me mandaba el Señor, en una ocasión recuerdo que estaba en un clamor, era la media noche y todos orábamos, de repente abrí mis ojos y Dios me puso en mi corazón ir a orar por una persona, pero en mi mente pensé que era un invento mío, mas aun cuando tenia que caminar mucho para llegar a esa persona, seguí orando y Dios seguía poniendo en mi corazón que fuera a orar por esa persona, cerré mis ojos y le dije: “Señor, si tu quieres que ore por el tráemelo aquí enfrente”, solo termine de decir esas palabras, abrí mis ojos y que sorpresa tremenda ¡Estaba frente a mi!, en ese mismos instante mas por temor que por obediencia extendí mis manos hacia esa persona y comencé a clamar como nunca, y sin lugar a dudas Dios me estaba enviando a orar por el, pues era una persona con un espíritu de parte del enemigo, yo era un joven en ese tiempo, bueno mas joven que ahora, y recuerdo que mi pastor llego también a orar, enseguida habíamos como unas diez personas orando por esa persona para que fuera libre.
Lo que quiero decir con esto, es que Dios muchas veces esta poniendo en tu corazón que hagas ciertas acciones, pero nuestra mente se rehúsa a creer que es de Dios, creemos que es un invento y ponemos tantos requisitos para saber si es de El o no, cuando en realidad sabemos muy bien que si es de Dios.
Jonás no quiso obedecer, mas allá de eso, se fue al lado contrario de donde Dios lo había mandado, pero a Dios no te le escaparas tan fácil, en el verso 17 del capitulo uno dice: “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches”.
Pero yo pregunto ahora, ¿Si ya sabemos la historia de Jonás y las consecuencias de su desobediencia, Para que esperar a ser tragado por un pez par obedecer?
Muchos de nosotros hemos obedecido hasta que hemos visto que estamos en el vientre del pez y ya no hay mas escapatoria que obedecer, pero ¿Será lo correcto eso?, definitivamente que no, Dios anhela que lejos de ser desobedientes, seamos fieles obedientes a sus mandatos, aun cuando el mandato no es muy agradable a nuestro oído.
¿Qué estas esperando para obedecer?, ¿Acaso quieres que venga un pez gigante?, ¿Quieres pasar 3 días en un vientre apestoso de pez?, ó ¿Qué estas esperando?
Evitemos que el pez gigante aparezca en nuestra vida, obedezcamos a las buenas y no a las malas, pues muchas veces ese pez gigante puede ser más desagradable de lo que pensamos.
Si bien es cierto tu puedes desobedecer el mandato de Dios, debes saber que al final terminara obedeciendo. Ante esto: ¿Por qué no obedecer desde el principio?
Autor: Enrique Monterroza
Escrito para www.devocionaldiario.com