¿Cuánto amas a Dios? – Enrique Monterroza

¿Cuánto amas a Dios?

Que fácil se nos hace decir: “Amo a Dios”, pero, ¿Será que realmente tenemos conciencia de lo que decimos?, ó ¿Por lo menos tenemos claro lo que significa amar a Dios?

No puedo comparar el amor que le tengo a Dios, con el amor que le tengo a mi esposa por ejemplo, son dos diferentes clases de amor. Pero si por el amor que le tengo a mi esposa sería capaz de hacer cualquier cosa, ¿Cuánto más tendría que ser capaz de hacer por Dios?

Y es que muchos de nosotros nos pronunciamos muy seguido la frase: “Dios te amo”, pero más allá de la frase que de nuestra boca sale, ¿Realmente estamos demostrando que lo amamos?

Y no hablo de esto como razón para que te entristezcas, ni para que pienses que eres indigno de Dios, porque si por digno fuera, ninguno de nosotros sería capaz de recibir el amor de Dios, pero ese amor es por Gracia, es decir: Un regalo que no merecíamos, pero que Él ha tenido a bien darnos.

No hay duda que Dios nos ama, de eso no hay debate existente, es mas la Biblia describe de la forma en la cual Dios nos ama: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16 RV1960).

Ahora, si yo te preguntara: ¿Qué serias capaz de hacer por amor a Dios?, yo sé que sin pensarlo responderías: TODO.

Hoy quiero que reflexionemos un poco sobre el amor que decimos sentir por Dios, pero sobre todo que analicemos que tanto estaríamos dispuestos a hacer por el amor que le tenemos a Dios.

Si yo te pregunto en esta hora: ¿Amas a Dios?, estoy seguro que me responderías: “¡Si lo amo!”, bien, entonces respóndete tú solo allí donde estas, las siguientes preguntas con toda sinceridad:

¿Lo amas tanto como para que la crítica y el menosprecio no te hagan desistir de este camino?

¿Lo amas tanto como para dejar de hacer cosas indebidas con tu novio o novia?

¿Lo amas tanto como para ser fiel a tu esposo, esposa, novio o novia?

¿Lo amas tanto como para dejar las peleas y discusiones sin sentido en tu hogar?

¿Lo amas tanto como para quedarte callado para no responder a una agresión verbal y dejar que Él te defienda?

¿Lo amas tanto como para poder perdonar a aquellos que un día te hicieron un daño muy fuerte?

¿Lo amas tanto como para dejar a un lado todo aquello que no te está edificando y dedicarle un poco de tiempo a Él?

¿Lo amas tanto como para dejar de ver o de tener una relación con esa persona que está casado o casada?

¿Lo amas tanto como para tener el suficiente dominio propio y dejar de ver pornografía?

¿Lo amas tanto como para tomar la decisión firme de dejar la masturbación?

¿Lo amas tanto como para dejar de una vez por todas, ese pecado oculto que tanto daño te está haciendo?

¿Lo amas tanto como para no dejar de servirle en esa área en la que Él un día te puso?

¿Lo amas tanto como para dejar de ver esas amistades que lo único que están haciendo es alejándote de la comunión que un día tuviste con el Señor?

¿Lo amas tanto como para no dejarte manipular por nadie, para que hagas cosas que van en contra de lo que Dios quiere para tu vida?

¿Lo amas tanto que tienes la suficiente humildad para reconocer tus errores y aceptar las consecuencias?

¿Lo amas tanto como para que el día que todo se ponga en contra no profieras ninguna palabra en su contra?

¿Lo amas tanto que por respeto a tus hijos y amor a tu esposa les dedicaras más tiempo?

¿Lo amas tanto que el dinero no es el pensamiento que gobierna gran parte de tu día?

¿Lo amas tanto que estarías dispuesto a pedir perdón?

¿Lo amas tanto que eres capaz de prometerle cosas y cumplirlas?

¿Lo amas tanto pase lo que pase, jamás dejaras de confiar en Él?

¿Lo amas tanto que a pesar que las cosas no salgan cómo quisieras, seguirás alabándolo?

¿Lo amas tanto como para tener misericordia sobre las personas que Él también ha tenido misericordia, en lugar de juzgarlas?

¿Lo amas tanto que cuando vas a decir algo que dañara a alguien prefieres callar?

¿Lo amas tanto que no importando el privilegio que te deleguen estarás dispuesto a hacerlo lo mejor que puedas?

¿Lo amas tanto que estas dispuesto a hacer su voluntad y no la tuya?

¿Lo amas tanto que estarías dispuesto amar a tus enemigos?

¿Lo amas tanto que en lugar de pensar en separarte de tu esposa o esposo e irte de tu casa, estarías dispuesto a luchar por tu familia y esperar a que Dios restaure tu matrimonio?

¿Lo amas tanto que eres capaz de buscar una Iglesia para congregarte y asistir regularmente para edificarte?

¿Lo amas tanto como para hablarles a esas personas que no tienen a Cristo en su corazón y con las que todos los días tienes más de una conversación?

¿Lo amas tanto que estarías dispuesto a consagrar tu vida a Él?

No sé tú, pero yo no he sido capaz de responder afirmativamente a todas las preguntas que anteriormente cite, pero el amor que decimos sentir por Dios nos tendría que motivar a tratar de agradarlo en todo lo que decimos, pensemos o hagamos.

Decir amar a Dios, es muy fácil, pero más allá de las palabras necesitamos accionar, necesitamos mostrarle que el amor que decimos sentir es real y ese amor nos mueve a tratar cada día de ser mejores para Él.

Todo esto es un proceso, en el cual no lograremos de la noche a la mañana, pero es deber nuestro preocuparnos también por agradar a Dios, pues reflejar ese amor que sentimos hacia Él a través de nuestras acciones, es un testimonio vivo de que realmente estamos agradecidos porque un día Él nos amo primero a nosotros.

Hoy quiero invitarte a que juntos despertemos de ese sueño que muchas veces nos ha desviado del propósito principal de la vida, este es: Agradar a Dios por todos los medios que podamos y hacer de Él el centro de nuestra vida.

¡Hoy decido comenzar amar a Dios y reflejar ese amor a través de mi forma de vivir!

“Dios nos dio muestras de su amor al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de él todos nosotros tengamos vida eterna. El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo, para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio.

Hijos míos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios; pero, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y también su amor estará en nosotros”.

1 Juan 4:9-12 (Traducción en lenguaje actual)

Autor: Enrique Monterroza

Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org

Autorizado para publicarse simultáneamente en: www.devocionaldiario.comwww.enriquemonterroza.com y http://reflexionesydevocionales.blogspot.com

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