Hay Dios, no me lo aguanto – Paula Andrea Vega
Hay Dios…No me lo aguanto…
por Paula Andrea Vega
“La boca del perverso hace daño a los demás, pero el justo se salva por su inteligencia”
(Proverbios 11, 9)
No murmurar es un huesito difícil de roer, es algo en lo que caemos muchos a veces sin proponernos, lo que no nos exime del mal proceder.
Son muchas las ocasiones en que situaciones inesperadas nos ponen en un lugar de murmuración, queja y chismorreo. Decimos entre amigos “aquí entre nos y esto no es chisme “, y aun a sabiendas de que no está bien disfrazamos esas quejas con la frasecita cuando ya mismo es un chisme.
A esto se le llama murmuración, cuando hablamos del hermano porque no toleramos su forma de ser, expresarse o actuar y no se lo decimos directamente sino que lo socializamos entre otros que se prestan para escuchar y replicar lo que oyen. Es decir que además la murmuración trae consigo dispersión. Y, esto es contienda, mala vibra, pleitos y rencillas.
Hacer de los comentarios una realidad sin darse siquiera el beneficio de la duda, es la consecuencia de los rumores de un murmurador, de quienes se dejan influenciar por esos jartismos prejuicios ajenos y que luego se convierten en suyos, cazando peleas ajenas. Ojo con eso que Dios aborrece tanto al adorador de imágenes como al murmurador que siembra discordia entre hermanos y no solo de sangre sino entre hermanos en la fe, amigos y familias. Cuando hablamos mal de alguien, y si esa persona tiene un carácter débil, cortamos el propósito de Dios en ella, situación que te la cobra Dios y con creces tarde o temprano.
Lo que se declara con la boca es para ti también, nunca pasemos por encima de los otros, recuerda que “de lo más vil escoge Dios y lo levanta”. Y, ese hermano que no aguantas es tan especial para Dios como tu lo eres también. Cuando murmuras acarreas maldición para tu vida y descendientes. Porque aunque Dios no quiere el mal para ningún hombre, el conoce el corazón de cada quien y sabe si esta o aquella persona quiere cambiar o no ñpara bendición. Y, Dios prefiere cuidar a su pueblo que dejar a alguien destruyendo y destruyendo con su lengua.
Dios nunca nos revela cosas para destruir. Si una persona está fuera de Dios, ora por él y buscalo, no a los hombres; porque Dios no nos manda a señalar a nadie sino a levantar al caído.
Al que te aborrece amalo, y al que te ama sonríele. Y, si te es difícil morder tu lengua para no hablar del otro ponle eso a Dios y pídele ayuda para que seas agradable a sus ojos y a su presencia, como dijo Jesús “Padre para ti todo es posible, aparta de mí este cáliz y que no se haga mi voluntad sino la tuya”, Marcos 14, 36. Y para ello amado lector se necesita decisión.
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