Hermano Pablo – Cartas que valen mucho
CARTAS QUE VALEN MUCHO
por el Hermano Pablo
«Estoy enviando a usted, mi General, un emisario de mi entera confianza, para explicarle la suerte adversa que han sufrido las tropas italianas en Guadalajara.» Esa breve misiva, que es un parte de guerra, pertenece a la correspondencia entre Francisco Franco y Benito Musolini, durante los días de la sangrienta Guerra Civil española, y comprende el período entre 1936 y 1939.
En aquel entonces el generalísimo Francisco Franco envió varias cartas al jefe del estado italiano Benito Musolini. Esas cartas, que estaban en los archivos militares clasificados de Italia, quedaron bajo llave en la cancillería de Roma.
Pero el tiempo tiene su manera de cambiar las cosas y ahora esas cartas han salido a la luz, habiendo sido sacadas a subasta. Siempre hubo y siempre habrá coleccionistas que, ya sea por el valor histórico o por ganancia material, se interesan en lo que pudiera tener alguna trascendencia.
La correspondencia entre Franco y Musolini ya no tiene ningún valor estratégico, diplomático ni militar. Toda aquella época pasó. Los intereses de los países son otros. Franco y Musolini están muertos. Italia y España siguen ahora rumbos diferentes.
¿Qué valor tienen, entonces, esas cartas? Ninguno, aparte de un relativo valor para los coleccionistas. Si no estuvieran firmadas por Franco y dirigidas a Musolini, no valdrían un centavo.
Hay otras cartas cuyo valor sí es incalculable. No están firmadas por generalísimos ni por jefes de estado. Los hombres que las escribieron tienen nombres sencillos: Santiago, Pedro, Pablo y Juan. Pero esas cartas tienen el mensaje más grande e importante que se pueda conocer. Son las cartas que tenemos en el Nuevo Testamento, las cartas de los apóstoles.
En esas cartas apostólicas hay un pasaje escrito por el apóstol Pablo a los romanos. Dice así: «La paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Romanos 6:23).
Esa carta condensa el gran mensaje del evangelio de Cristo, y dice que muertos espiritualmente a causa del pecado, tenemos vida eterna y abundante en Jesucristo. En eso consiste nuestra salvación. Leámosla, asimilémosla y hagámosla nuestra. Cristo murió por nosotros. Rindamos nuestra vida a Cristo.