El Arado – Luis Caccia Guerra
El arado
por Luis Caccia Guerra
En cierta oportunidad, cuando niños escuchaba frecuentemente a un pariente español, decirle con vehemencia esto a su hijo. No era justamente un cumplido. En realidad el concepto era descalificante. Lo que quería decirle es que era un bruto, pura fuerza y muy poco de inteligencia.
Pasaron los años y ya habiendo conocido al Señor como mi Salvador, me hallé diciéndole exactamente esto de mí mismo, al pastor de mi iglesia para que me dejara trabajar en la Obra. Pero el sentido era completamente diferente. Si cuando niño me lo hubieran dicho mi reacción habría sido completamente diferente. Hoy me halaga ser como un arado.
¿Cuál es la diferencia? Un día en el campo hallé un arado. -Hace mucho tiempo que no trabaja, dije. Quienes me escuchaban estaban sorprendidos. ¿Cómo lo sabía? Sus rejas y discos estaban todos oxidados. Se estaba deteriorando a la intemperie sin hacer nada.
En cambio un arado que trabajaba frecuentemente, tenía sus discos brillantes a causa del roce con la tierra.
Esa es la clase de arado que quiero ser. Un obrero que trabaja en la Obra de Nuestro Señor es como un arado brillante. Así es la Obra del Señor. Mientras más trabajas, más brillo adquieres. En cambio el ocio corrompe, destruye.
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
(2 Timoteo 2:15 RV60)
Escrito para www.devocionaldiario.com
Gracias por el Devocional,muy buena la comparación entre el arado y la vida personal de un obrero de Dios,pues todos sabemos que el arado es un instrumento usado para remover la tierra para la siembra,que si no se usa, se oxida y se se convierte en un objeto inservible;pero si se usa para sus propósitos se mantiene brillante.Esto mismo sucede en nuestra vida espiritual,donde Dios nos llamó con un propósito,no solo para vivir en la verdad sino también para proclamar la verdad y ganar almas para Cristo.Si somos diligentes,es decir si tenemos una actitud dispuesta para servir al Señor,seremos un instrumento con mucho brillo como el arado que hace su trabajo;pero si somos perezosos en las cosas que Dios nos ha llamado hacer,somos una herramienta que se oxida por falta de uso.Perdemos el brillo y al no tener brillo, no podemos resplandecer y reflejar la gloria de Dios en nuestras vidas.