ME PORTO MAL PERO NO SOY MALO

por Blanca Rosa Valles Beltrán

“Todo camino del hombre es recto en su propia opinión; pero Jehová pesa sus corazones”.

Proverbios 22:6

Hay momentos en la vida, por ejemplo cada fin de año, haces un balance, realizas una evaluación a partir de la escala de valores acorde al medio en el que creciste y la educación de tus padres; adviertes que te casaste a cierta edad, que has sido más o menos feliz, pues otros que conoces ya se divorciaron y tú no; que tienes un trabajo estable, casa propia, un par de hijos preciosos y si todavía viven papá y mamá, no le das gracias a Dios pero piensas que eres afortunado y bueno no hay más que pedirle a la vida.

Por otra parte, creciste en un ambiente en el que lo normal es reunirse con los amigos de la infancia que aun se frecuentan y bromean entre sí de los estragos que el tiempo va dejando en su apariencia física, beben unas copas, juegan dominó u otro juego de mesa, cuentan chistes, platican respecto de los juegos de futbol o bien de los noticieros, la familia, la vida artística, el trabajo, etcétera y finalmente concluyes después de una noche de partido de baraja: “Nos divertimos, todavía me duele la cabeza, pero en fin, me porto mal a veces, pero no soy malo” y te cuestionas: ¿Qué hay de malo en ello? Hay que salir de la rutina.

Necesariamente llega un tiempo en el que habrás de hacer un impase por alguna situación que sobrevenga y te preguntarás: ¿Qué sigue? ¿Lo mismo? Bueno, veré crecer a mis hijos, que se gradúen, se cacen, me hagan abuelo y adiós, porque es lo normal, así se vive este ciclo.

Pero hoy te pregunto amigo querido: ¿Tienes relación con Dios? ¿Vives la religiosidad adquirida por generaciones de ir a misa los domingos o en las fechas marcadas como fiestas de guardar en el calendario? O ¿Tienes una comunicación de amigos con Jesús, ya lo recibiste y reconociste como tú único salvador? ¿Te parece que eso es para santurrones? Gálatas 6.7 advierte: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”

Tú como yo fuimos pensados por el Señor antes de estar en el vientre materno, creados con un propósito que su Santo Espíritu nos revelará en el momento justo, para lo cual hay que estar atentos y no distraídos en otras cosas que no edifican, pues no es lógico que solo hayas venido a este mundo a procrear y hasta nunca. Las promesas que Jesús nos regaló son de verdad, por tanto, portarse mal pero no considerarse malo, será evaluado por nuestro amado Padre en su momento y si no te arrepentiste ya no habrá vuelta atrás. Su misericordia hay que pedirla, el te creo a su imagen y semejanza para que tú por voluntad propia acudas a su presencia. Siempre está allí esperando por ti, para completar esa parte más importante de tu razón de ser.

Te invito a que hoy por la noche, antes de dormir, te detengas y reflexiones ¿Para qué estoy aquí? Que no repitas rezos aprendidos sino que platiques con el creador de las maravillas que como científico has visto y así como quien conversa con un amigo, con tu lenguaje habitual, le preguntes si él quiere algo de ti, dale gracias por lo que tienes, cuéntale como te fue durante el día y exponle tus aflicciones. Experimenta el amor y la paz que te ha esperado por tanto tiempo, no te lo pierdas más. Evita jugar a portarte mal, pues cosas grandes tiene para ti cuyo valor es inigualable.

“Señor: me postro a tus pies para pedir misericordia por lo que están alejados de ti. Restaura esos corazones y libéralos de toda cautividad que no sea tu amor, de cualquier vicio que los tenga oprimidos y llámalos a formar parte de la gran familia que conforman los hijos de Dios.”

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Escrito para www.devocionaldiario.com

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