Recordando a Don Carlos – Guaroa T. Gautreau

¡VUELA RAUDO A TU CASA!

por Guaroa T. Gautreau

el-cielo5“Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”

Salmos 116:15

Cuando muere un creyente, como es natural, la tristeza de sus familiares es notoria, pero no hay desesperanza. Hay una paz que sólo puede dar el Señor, una paz que consuela el corazón porque esa primera y única muerte para el hijo de Dios es sólo el comienzo. El comienzo de la eternidad.

Las puertas de los cielos se abren y llevado por los ángeles a la presencia de su Padre, esa alma asciende feliz y bienaventurada a su casa definitiva para no salir jamás de allí.

Allí está el Rey de reyes, esperando a su hijo y con una sonrisa celestial incomparable, le da la bienvenida: “entra en el gozo de tu Señor” y así, con los cánticos de los ángeles y de las almas ya hechas perfectas, el nuevo habitante del cielo se les une para ser parte de la eterna adoración que se le rendirá al Cordero por los siglos de los siglos.

Ya no hay llanto, ni tristezas, ni dolor, ni angustias, sólo la luz resplandeciente de Aquel que lo llena todo en todo. Y aquella alma siente una felicidad nunca antes soñada, aunque anhelada y deseada desde que Dios lo hizo su hijo, pero vista como dice la Palabra de Dios “como en un espejo”.

¡Vuela raudo a tu casa mi hermano! Allí está la morada que te prometió tu Salvador, allí escucharas las palabras inefables que Pablo oyó y que no le eran dadas expresar. Ahora son comprendidas por ti. Ahora entenderás y darás gracias eternamente por los pasos que Él te hizo dar, porque estará en tu conocimiento perfecto, que todo fue hecho para Su gloria y para tu bien.

Ahora tu voz es perfecta y eres un músico virtuoso, para entonar las más bellas melodías a tu Señor que te escucha complacido y alegre de verte con Él, ya que derramó Su sangre por ti. Entonces entenderás con perfección que Él ve el fruto de la aflicción de Su alma y ha quedado satisfecho. Verás a miles de miles iguales a ti, unos que ya estaban ya disfrutando de esa inefable dicha y verás otros que irán sumándose cada día, hasta que se complete el número de los redimidos y llegue el fin de los tiempos en la tierra. Verás a los tuyos que fueron redimidos y no te alcanzará la eternidad para alabar al que vive por los siglos de los siglos.

¡Vuela raudo a tu casa! Nosotros sabemos en Quién confiaste y por eso estamos seguros, que vas derecho a tu morada celestial.


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