La razón de nuestra esperanza – Charles Stanley
Tema: “La razón de nuestra esperanza”
Texto: 1 Juan 4:7-10
Sin una conciencia de propósito no hay esperanza. Pero el Señor creó a cada persona por una razón: para amar a Dios, y para ser amada por Él. El Señor nos busca y hace todo, por su poder infinito, para revelarse a sí mismo. El Señor quiere que cada persona entienda quién es Él, y que responda con adoración y entrega. El amor de Dios es:
Personal. El cristianismo se distingue de las religiones del mundo, porque nuestro Dios desea tener una relación personal con cada hombre, mujer y niño. Su amor y su cuidado no están limitados a un solo grupo de personas; Él las ama a todas de manera individual, específica, y desea tener una relación íntima con cada una de ellas.
Incondicional. Es así por ser Él quien es (1 Juan 4:8), no por lo que Él hace. Nada acerca de su carácter o conducta podrá hacer que Él le ame más, o le ame menos. Tampoco su amor y su interés son limitados, porque Él es infinito y eterno.
Está disponible para todos. Es inagotable, y llega más allá de toda barrera que el hombre pueda poner contra Él. El Señor no tiene favoritos, pero sí íntimos. Estos últimos son sus seguidores dispuestos a pasar tiempo con Él hablando y escuchando, andando en obediencia y deseando conocerle y amarle con todo el corazón. Él quiere que todos nosotros elijamos esta clase de relación con Él.
El Padre celestial no dice simplemente que le ama a usted; lo probó dando a su Hijo como un sacrificio por sus pecados. Los que no han puesto su fe en el Salvador pueden pasar por esta vida ajenos a la divina bendición de su amor y cuidado excepcionales. ¡Qué pérdida tan grande es vivir sin sentirse amado, a pesar de tener la oferta del amor eterno de Dios!
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