Ofensa.. carnada de tus instintos – Paula Andrea Vega
Ofensa.. carnada de tus instintos
por Paula Andrea Vega
“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende, gustad y ved que bueno es Jehová, dichoso el hombre que confía en él”.
(Salmo 34: 7)
¿Qué es ofensa?… Acción o dicho que hace que alguien se sienta humillado o despreciado: no lo invitaron y le pareció una ofensa. Sinónimos agravio, humillación, insulto e injuria.
Etimológicamente la palabra ofensa se deriva del griego skandalon, que se refería a una trampa o anzuelo. El Skandalon era la parte de la trampa que, atraía el anzuelo al animal y lo capturaba. Muy frecuentemente se puede observar cómo el enemigo, usa el skandalon u ofensa para enredar a los individuos en casos serios de amargura, resentimientos y falta de perdón, llevándolos a hacer cosas inimaginables y a manifestar las acciones más bajas y denigrantes del ser humano por rabia.
Partamos del hecho de que, el ofendido se llena de resentimiento con o sin razón, y una vez usado por la ira causada por una ofensa, las acciones o retaliaciones contra el prójimo pueden ser graves y no solo para el cuerpo sino para el alma en vida.
La ofensa es un anzuelo para capturar al hombre y hacerlo presa de sus instintos, omitiendo la razón que es la que nos diferencia de los animales. Muchos cristianos podemos caer en esta trampa, y por ello la tentación de sentirse ofendido se debe evitar al máximo aplicando la palabra cuando se dice “la respuesta blanda aplaca la ira, o el airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo”… para no alejarnos de la verdadera voluntad de Dios.
Personas que amamos a veces nos hacen tanto daño que sentimos desconcierto y decepción. Los dardos usados para herirnos alcanzan a doler hasta lo más profundo del ser lo que es normal y muy humano. Pero eso pasa cuando de oídas sabíamos de Dios más ahora nuestro corazón lo escucha. O eso es lo que pretendemos y le decimos constantemente. Por eso es hora de decidir no ser juguete de mis instintos al dejarme afectar por una ofensa.
Es hora de mantener una posición firme esperando en Dios y su venganza a su tiempo, y su obra en su momento, ¿cómo? Dejándome moldear el carácter y madurez. Se trata de obedecer y buscar primero el reino de Dios y su justicia.
No tienes nada que perder pero si mucho que ganar, y para empezar estar por encima de los que quieren exasperarte. no caigas en el juego de amor y odio, en el juego de insultos, de ataques y perjuicios. La palabra dice -Fíate de Jehová de todo tu corazón, confía en él y el hará y te mostrará cosas grandes y maravillosas que tu no conoces-.
La ofensa es la carnada del maligno para verte mal, triste, amargado, airado, y con las ínfulas de un juez que imparte su justicia desde el corazón engañoso guiado por las emociones. Es mejor vivir limpio del corazón que maquinando maldad, que cayendo en un juego de nunca parar pues, la violencia genera más violencia y el ciclo no se rompe hasta que una de las dos partes decida parar.
Dios nos manda, a amarlo tanto y a amarnos tanto que nadie pueda hacer un daño permanente, a que seamos lo suficientemente maduros para rehusar la ofensa y confiar en Dios. La ofensa es una piedra de tropiezo y el lazo que ata a los juguetitos de Satanás. Nosotros en Cristo somos más que vencedores.
“Guárdame o Jehová de manos del impío, líbrame de hombres injuriosos que han pensado trastornar mis pasos”. Salmo 140: 4.
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