Estoy contigo
Estoy contigo
Nuestras vidas se quiebran. Los sueños se rompen. La salud se quebranta. Amores terminan. Seres amados se van. Un proyecto largamente acariciado se posterga y se vuelve a postergar.
Hay que tomar decisiones, pero todo es confuso y las pocas luces que se encienden no hacen más que añadir nuevas sombras. Se levanta un océano de cosas que inquietan, angustian y a veces nos roban el sueño y la paz. Las circunstancias de la vida nos empujan hacia donde no queremos ir; nos hacen sentir tan pequeños, tan poca cosa. Hay situaciones que no queremos vivir, adversidades que decididamente, no queremos afrontar. La tristeza y el desaliento, entonces, parecen ganar terreno sobre la fe y la esperanza.
No importa si esto llegó sin que nosotros tuviésemos nada que ver o si fueron nuestras propias malas decisiones y elecciones del pasado. Tal vez fue falta de fe, experiencia, compañía u orientación; relaciones con las personas equivocadas, o nuestra propia forma de ser y hacer.
Como sea, en esas difíciles circunstancias, queremos traerte una palabra de aliento, de fe y de esperanza. Dios hace caminos donde no los hay. Abre puertas donde no las hay.
No queremos ser como los amigos de Job cuyo corazón no está con el tuyo ni lo estuvo nunca. Que hablan como si supieran, pero no caminan en tus zapatos porque nunca tuvieron la capacidad de ponérselos. Que tienen reproches y culpas para endilgarte, pero no se hacen cargo de nada. Que habiendo advertido las señales a su debido momento, prefirieron mirar para otro lado. Que hoy, habiendo despreciado tanta buena oportunidad a lo largo de mucho tiempo, difícilmente estén en condiciones de admitir que hace rato perdieron la capacidad de generar confianza.
Hoy no tienes deseos de hablar con ellos ni mucho menos, escucharlos. Hoy no hay palabra capaz de ofrecer consuelo a tu almita herida. Desde estas líneas sólo quiero abrazarte dulcemente y permanecer en silencio, hombro con hombro, muy junto a ti.
Si tienes unas ganas irresistibles de escaparte y sacar un pasaje a la Luna, no te pediré que te detengas y no lo hagas. Que sean DOS pasajes, voy contigo.
Si lloras, no te voy a pedir que dejes de hacerlo ni voy a hacer ninguna tontería para arrancarte una sonrisa. Sé que no estás para eso. Yo también quiero llorar junto a ti.
Estoy contigo
Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Filipenses 2:1-4 (RVR1960)
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para: www.devocionaldiario.com