Tiempo aceptable

Tiempo aceptable

“La doctrina de la perfecta santidad en vida no es de Dios, y el que se enorgullece de tal perfección declara inmediatamente su ignorancia, de sí mismo y de la ley de Dios. Nada descubre mejor un corazón malo que el vanagloriarse de la propia bondad”. (Charles Spurgeon).

En la Biblia encontramos a personas como Job (Job 1:1), o Zacarías, sacerdote y padre de Juan el Bautista (Lucas 1:6), llamados “perfectos” por Dios; y a otros como Abraham (Génesis 17:1) que recibieron el mandato de “ser perfectos”. Las Escrituras en general hablan muy bien de ellos; no obstante, La Palabra no hace nada por esconder ni disimular sus desaciertos. Bien sabemos que de “perfectos” no tuvieron nada. Todos ellos, de alguna forma y en algún momento de sus vidas, tuvieron que rendirse delante de Dios, reconocer y confesar pecado.

El hombre es la “especie dominante” del planeta. En el transcurso de la historia han pasado cataclismos, cambios climáticos de nivel planetario, terribles plagas… pero ha subsistido. Me sorprende en lo cotidiano la debilidad y precariedad con que cada uno de nosotros transitamos los días de la vida por la faz de esta tierra. Además de las amenazas físicas presentes, que son muchas, el riesgo de perder la vida, aunque esto sea una declaración pesimista, está literalmente a la vuelta de cualquier esquina. Como si esto no fuese suficiente, también hay huestes de maldad en las regiones celestes de las cuales ni siquiera nos percatamos de su existencia, pero que están dispuestas a dar cuenta de cada uno de nosotros en cualquier momento (Efesios 6:12). No obstante este panorama oscuro, tal parece que la promesa de Dios se mantiene firme a lo largo de toda la existencia del hombre: “Guarda de los hombres” lo llamó apropiadamente Job en medio de su más terrible tribulación (Job 7:20). Y no se equivocaba.

Estos hombres que mencionamos al principio, a pesar de su “perfección”, en algún momento de sus vidas tuvieron que inclinar su rostro delante de Dios, rendirse sin condiciones delante de su presencia y reconocer: “He pecado, no sé qué hacer, no sé cómo resolverlo”. Si ellos tuvieron que pasar por eso ¡qué nos queda a nosotros!

Si no has tenido una experiencia personal con Jesús, si nunca te rendiste delante de su presencia; digo: no delante de una estatua o imagen que lo represente, sino en la soledad de tu cuarto, en el altar de una Iglesia, en un baño público… ¡qué importa dónde, circunstancia ni lugar!; RENDICIÓN INCONDICIONAL ANTE ÉL ES LO QUE CUENTA. Si nunca le dijiste: “He pecado, no sé qué hacer; me entrego a ti, no puedo más con esto, sé mi Salvador”, la opción al sufrimiento actual, no es justamente terminar con los días de tu vida. En realidad, misericordia de Dios es que sigas con vida a pesar de lo que pasas. La muerte no es una opción viable, los problemas en verdad empiezan “del otro lado”. Esto es “un mimo” comparado con UNA ETERNIDAD de TORMENTO.

Aún para el que ha creído, la muerte no es una opción. En la Biblia encontramos a unos cuantos que no pudiendo más con lo suyo clamaron a Dios por que les quite la vida: Moisés (Números 11:15), Elías (I Reyes 19:4) y Jonás (Jonás 4:3), por ejemplo. En todas las oportunidades recibieron la misma respuesta: MUERTE NO.

No existe la perfecta santidad. PECAMOS y nuestra vida ES UN OCÉANO DE PECADO. Literalmente. Pero Dios es bueno. Nos amó, nos ama y nos amará a pesar de nosotros mismos. No hay cosa que podamos hacer para que Dios nos ame MENOS de lo que nos ama. No hay cosa que podamos hacer para que Dios nos ame MÁS de lo que ya nos ama.

Por lo tanto: Ahora que es el tiempo, sólo ríndete ante su presencia y clama por perdón. Los problemas no sé si se van a ir… Pero no te das una idea del alivio y la paz que Dios dará a tu alma después de esto!

En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.

(2 Corintios 6:2 RV1960)

Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com

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