Como grano de mostaza
Como grano de mostaza
Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería. (Lucas 17:6 RV60)
Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra. (Marcos 4:30-32 RV60)
La planta a la que alude Jesús es una planta de mostaza común en Palestina. Sus semillas son muy chiquitas, pero el arbusto crece y puede llegar a medir hasta más de tres metros de altura, suficiente para que las aves pequeñas puedan hallar refugio en sus ramas.
A menudo Jesús recurre a la semilla de mostaza para mostrar la grandeza de lo pequeño. En lo meramente aparente, un grano de mostaza puede ser insignificante, no obstante, puede terminar convirtiéndose en algo de dimensiones importantes. Es cuando en las manos de Dios, lo pequeño resulta ser grande.
A veces las circunstancias por las que atravesamos nos hacen sentir que toda nuestra fe resulta ser insuficiente. Muchas veces las dudas, la incertidumbre, hacen estragos en nuestra fe. Y Dios lo sabe. CREO, POR ESO A VECES DUDO.
¿Sabes? Tan sólo una gota de AGUA, es AGUA como lo es todo un manantial. Un niñito, es HOMBRE delante de los ojos de Dios como lo es un anciano. La débil llamita de una vela encendida, es FUEGO como es FUEGO una gran hoguera.
Los discípulos en algún momento le dijeron a Jesús: “Señor, auméntanos la fe” (Lucas 17:5), a lo que Jesús les respondió comparando la fe con el grano de mostaza.
Es que en las aritméticas de Dios FE, es FE.
NO es TAMAÑO, INTENSIDAD ni CANTIDAD, lo que importa; SINO EN QUIÉN HAS CREÍDO.
…porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
(2 Timoteo 1:12 RV60)
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com