Lo que muchos no reconocen – Marisela Ocampo O.
Lo que muchos no reconocen
Algunas personas se ofenden cuando se les habla del pecado que hay en una persona incluso siendo bebé, muchos lo ven absurdo y otros tratan de aceptar pero con cierto grado de indiferencia y desconocimiento el “pecado original”, el que traemos por causa de nuestros antepasados Adán y Eva; sin embargo, no acaban de aceptar su condición pecaminosa pues se intentan justificar con la idea de que ellos no tienen la culpa de lo que hicieron sus antepasados, ignorantemente expresan que ellos no tienen por qué asumir las consecuencias de aquellos a quienes ni siquiera pudieron conocer, incluso tachan a Dios de injusto por juzgar a la humanidad de esta manera, un acto de total irreverencia ante Dios.
La palabra de Dios es clara y por la gracia que recibimos en Cristo Jesús podemos comprender nuestra condición delante de Dios:
“Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron”. Romanos 5:12 (Nueva Biblia al Día).
“pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”. Romanos 3:23 (NBD).
“Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable. Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre”. Salmo 51:3-5 (NBD).
Adán pecó y siendo el primer hombre creado por Dios toda su descendencia viene contaminada por su pecado. La única manera de purificar a toda la humanidad es por medio del sacrificio que hizo Jesucristo en la cruz; para que el pecado fuera quitado de nuestra humanidad necesitábamos a alguien puro y santo para que pagara el precio que debíamos pagar nosotros, esa persona es Jesús, el Hijo de Dios.
La paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23) y nuestro destino es de muerte eterna sino creemos en Jesucristo y vivimos según su voluntad, pues nunca podríamos pagar el precio por el perdón de nuestros pecados, no hay ni uno justo que pueda hacerlo, solo el Señor y ya lo hizo. El Padre tuvo que enviar a su Hijo Jesús, Él se hizo hombre y siendo hombre puro e intachable por su deidad cargó con los pecados de la humanidad, de esta manera todo hombre de la creación que crea en Jesucristo como su Señor y Salvador será reconciliado con Dios y entonces recibirá la nueva naturaleza con la que desde los inicios fue creado y la cual fue manchada por el pecado que Adán cometió. Una vez creemos en Jesucristo por fe y por gracia, nuestro espíritu cobra vida, se une al Espíritu de Dios y jamás volveremos a estar separados de Él. Jesucristo murió en la cruz y al tercer día resucitó, nuestra condición pecaminosa murió en la cruz cuando Cristo murió y juntamente con su resurrección tenemos nueva vida en Él.
“En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de Él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de Él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con Él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a Él ya hemos recibido la reconciliación”. Romanos 5:1-2, 6-11 (NBD).
“Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo. Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos”. Romanos 5: 17-19 (NBD).
Lo que muchos no reconocen es su condición pecaminosa, muchos se creen buenos porque hacen buenas obras y creen que porque oran, leen la Biblia y pertenecen a una religión o denominación eclesiástica donde practican uno y otro ritual religioso, etc., son salvos de la condenación eterna. Entendamos algo, solo en Cristo hay salvación y vida eterna, es por fe y por gracia, no por obras; no hay otro medio u otra persona por la que podamos llegar al Padre y podamos ser reconciliados con Él. Somos pecadores desde nuestro nacimiento y sin importar qué tantas buenas cosas hemos hecho para ganarnos el cielo, iremos al infierno, seremos condenados a la separación eterna entre Dios y nosotros sino nos arrepentimos de nuestros pecados y pedimos a Dios su fe, su gracia y su misericordia en Cristo Jesús para que seamos por Él redimidos y salvados.
“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en Él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”. Juan 3:16-21 (NBD).
Nunca seremos lo suficientemente buenos como para ganarnos el cielo, olvidemos esa absurda idea. Es hora de arrepentirnos y buscar a Dios seriamente.
“Arrepiéntete de tus pecados, vuélvete de tus malos caminos y pide la gracia de Dios en Cristo Jesús para que seas resucitado. Reconoce que Jesús murió por ti en la cruz y resucitó para darte vida, para que fueras reconciliado con Dios y nunca más estés separado de su gloria. Vive conforme su palabra y obedece todos sus mandatos, Él no te dejará solo, siempre te acompañará”.
¡Gracias Dios, por tu gracia y tu perdón en Cristo Jesús!
Por: Marisela Ocampo O.
Escrito para www.devocionaldiario.com
Gracias DIOS por tu amor incondicional. GRACIAS SEÑOR JESÚS POR TU SACRIFICIO EN LA CRUZ.AMEN