Hoy me jacto, no de mí, sino de Dios – Marisela Ocampo Otálvaro
Hoy me jacto, no de mí, sino de Dios
Dios no deja de sorprenderme, cada vez me impresiona más y más la misteriosa manera en que su gracia divina rodea todo lo que hace parte de mí. ¡Cuán maravillosa es la gracia de Dios! No existe nada que se pueda comparar con su presencia, con su respaldo, con su protección. Descansar en el Señor, confiar en Él, es la manera más efectiva de hacerle frente a cualquier tipo de circunstancia, incluso aquellas que a veces parecen tan imposibles de afrontar.
En estos últimos días he pasado por diferentes adversidades, pero lo más gratificante es que de todas, Dios ha tomado el control, en cada una de ellas el Señor por medio de su Hijo Jesucristo y de su Precioso Espíritu Santo, se ha glorificado, me ha mostrado su respaldo paternal y su gran misericordia.
No tengo palabras para describir cuán agradecida estoy con el Señor por todo lo que hace a diario en mi vida y en la vida de los míos, es hermosa la manera en que Dios nos ama, no podría encontrar un amor tan completo y tan puro como el que Dios ofrece a los que en Él decidimos confiar.
Hoy me jacto, no de mí, sino de Él, del gran poder que tiene el Dios en quien confío, de la infinita bondad que solamente en Él puedo encontrar, de la Majestuosidad de mi Padre Celestial en quien está puesta mi esperanza. Hoy me jacto de su Hijo Jesucristo, de lo que hizo por mí en la cruz, de la fe y la gracia que por misericordia me ha regalado para tener la certeza de estar siempre con el Padre. Hoy me jacto de la fidelidad de su Santo Espíritu, de su grata compañía en mi diario caminar, de la gracia que le place darme día a día cuando nada bueno de su parte merezco.
Qué gratificante es saber que Dios está de nuestro lado, que Él va delante de nosotros guiándonos y ensanchando el camino para avanzar conforme sus propósitos en Cristo Jesús. Qué bendición tan maravillosa es contar con la protección de Dios, no existe nada que pueda compararse con Él.
Hoy te invito para que todo lo que eres, sabes y tienes lo rindas a los pies de Dios, no importa si estás bien o estas mal, no interesa la condición en la que te encuentres, reconoce la gran necesidad que tienes de Él y recuerda que solamente por medio de su Hijo Jesucristo podemos acercarnos confiadamente al trono del Padre, con la convicción de que siempre estaremos cerca de Él.
Nunca dejes de confiar en el Señor, Él cumple sus promesas, sus propósitos en ti ser harán realidad, a Él nada ni nadie lo podrá detener. Tú, sólo obedécelo y has todo conforme su voluntad, su Santo Espíritu será tu gran ayudador, quien que te impulsará a hacer lo que al Padre le agrada que hagas y al final de cada batalla sabrás que valió la pena poner en Él tu confianza, porque Él no defrauda y con Él siempre ganas.
Si alguno quiere gloriarse, que se gloríe del Señor. Porque el hombre digno de aprobación no es el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien el Señor alaba.
2 Corintios 10:17-18 (Dios Habla Hoy).
“Padre Eterno, te doy gracias por tu gran misericordia, por tu gracia y tu divina protección; sin ti mi vida no tendría sentido, tú eres el motor de mi existencia, nada de lo que hago tendría sentido sino es para ti. Nada soy, nada sé y nada sería capaz de hacer sin ti, sin tu Hijo Jesús. Gracias Padre, a ti toda la gloria, la honra, el reconocimiento y el poder en Cristo Jesús, por los siglos de los siglos. Amén”.
Autora: Marisela Ocampo Otálvaro
Escrito para www.devocionaldiario.com