Su propio pecado los condena – Marisela Ocampo Otálvaro

Su propio pecado los condena

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Cuánto quisiera poder describir lo que siente mi corazón cuando reconozco lo indigna que soy delante de Dios, no sólo por mis pecados sino por el pecado manifiesto en aquellos que se encuentran a mi alrededor. Es como si el mundo constantemente me estuviera recordando lo inmerecida que soy de recibir la misericordia de Dios, quien por medio de Jesucristo borra cada una de mis transgresiones y aparta de mí la condenación, lo único que sí merecemos de su parte. Pero me asombra el amor de Dios, todavía no puedo explicar cómo nos tiene tanta compasión después de la manera en que continuamente le fallamos.

¡Cuánta maldad, cuánta perversidad, cuánta suciedad hay en el corazón del hombre; cuánta vanagloria y jactancia, cuánta mentira y engaño, cuánta hipocresía! Y lo más indignante es la capacidad de convencimiento que posee al creer que se puede burlar de aquel que todo lo ve y todo lo sabe. ¿Cuándo vamos a entender que de Dios nadie puede burlarse? No se engañen ustedes mismos, porque de Dios no se burla nadie. Uno cosecha lo que siembra. Gálatas 6:7 (Palabra de Dios para Todos).

¡Dios Santo, cuán duro está el corazón de la humanidad! Tan duro que le es fácil odiar, murmurar, robar, matar, rechazarte y negarte. Tan duro es su corazón, que no te tiene temor.

Tranquilamente se mofa de sus pecados ignorando la gran necesidad que tiene de tu perdón y de tu misericordia Señor. Fácilmente te traiciona y te da la espalda, desconociendo el destino final que inevitablemente tendrá. ¡Cuánta ignorancia existe, acerca de tu justicia Dios!

Bien lo dice tu palabra: No hay ni un solo justo, ni siquiera uno. Nadie es realmente sabio, nadie busca a Dios. Todos se desviaron, todos se volvieron inútiles. No hay ni uno que haga lo bueno, ni uno solo. Lo que hablan es repugnante como el olor que sale de una tumba abierta. Su lengua está llena de mentiras. Veneno de serpientes gotea de sus labios. Su boca está llena de maldición y amargura. Se apresuran a matar. Siempre hay sufrimiento y destrucción en sus caminos. No saben dónde encontrar paz. No tienen temor de Dios en absoluto. Romanos 3:10-18 (Nueva Traducción Viviente).

Lo irónico Señor, es que muchos creen que por decir que creen en Ti, son buenos; otros creen que por hablar de Ti, lo son; y otros se creen dignos de Ti, porque reciben tu gracia.  Pero su corazón perverso, pecador y lleno de maldad es el que testifica en contra suya. Su propio pecado los condena.

Padre Celestial, tu enviaste a tu Hijo Jesús para dar testimonio de Ti, tu amor y fidelidad inagotable vinieron por medio de Él para darnos revelación de tu Santidad. Tu Hijo, el Único, quien ha permanecido ligado a Ti, Él te ha revelado a nosotros los que creemos en su deidad.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Juan 1:1-5 (Reina Valera 1960).

Dios Todopoderoso, ten misericordia de la humanidad que envuelta en el pecado y la maldad de este mundo ha quedado cegada y apartada de tu gloria. Dios bondadoso, danos entendimiento para reconocer la necesidad que tenemos de Jesucristo, el único camino que nos lleva a Ti, la única escalera que existe entre el cielo y la tierra, el único intermediario por quien podemos ser perdonados y justificados.

Y dijo Jesús: “Les digo la verdad, todos ustedes verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre, quien es la escalera entre el cielo y la tierra”. Juan 1:51 (Nueva Traducción Viviente).

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. 1 Timoteo 2:5-6 (Reina Valera 1960).

Padre, perdona nuestros pecados y enséñanos a reconocer tus caminos para andar por ellos según tus propósitos eternos, permítenos vivir plenamente en el gozo de tu salvación, en Cristo Jesús. Amén.

¡Gracias Padre, por tu Hijo Jesucristo; gracias Jesús, Señor y Salvador nuestro, por tu sacrificio; gracias Espíritu Santo por tu consejo y dirección!

¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!

Autora: Marisela Ocampo Otálvaro

Escrito para www.devocionaldiario.com

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