Carlos Rey – ¿Cuánto valen?

¿CUÁNTO VALEN?

por Carlos Rey

jaulaCuentan que hubo una vez un clérigo llamado Jorge Tomás, pastor de una iglesia en un pueblito del noreste de los Estados Unidos. El Domingo de Resurrección llevó consigo a la iglesia una oxidada y maltratada jaula de pájaros y la puso al lado del púlpito. Ante el asombro de la congregación, el pastor Tomás dijo:

«Ayer, mientras recorría el pueblo, un muchacho se me acercó con esta jaula en la mano. En la parte de abajo de la jaula había tres pajaritos, temblando de frío y asustaditos. Le pregunté al muchacho:

»—¿Qué llevas ahí?

»—Sólo unos pájaros —me respondió.

»—¿Qué vas a hacer con ellos?

»—Voy a llevármelos a la casa para jugar con ellos. Voy a fastidiarlos y a quitarles las plumas para que peleen. ¡Va a ser muy divertido!

»—Pero tarde o temprano te vas a cansar de fastidiarlos. ¿Qué harás entonces?

»—¡Pues llevárselos a mis gatos! A ellos les encantan los pajaritos.

»Después de pensarlo un momento, le pregunté:

»—¿En cuánto me los vendes, hijo?

»—¿Cómo? —exclamó—. ¿Para qué va a querer usted esos pájaros, señor? No son más que pájaros del campo. No cantan, ¡y ni siquiera son bonitos!

»—Dime cuánto —le insistí.

»El muchacho me miró como si pensara que yo estaba loco, y al fin me dijo:

»—¿Le parece bien diez dólares?

»Saqué un billete de diez dólares del bolsillo y se lo di. Y sospechando que yo pudiera arrepentirme de la compra, salió corriendo.

»Así que tomé la jaula y la llevé con cuidado hasta el fondo del callejón y la puse al pie de un árbol. Allí sobre la hierba abrí la puerta de la jaula y di unos golpecitos en las barras hasta convencer a los pajaritos que salieran, y los dejé en libertad.

»Pero lo que ustedes se estarán preguntando es por qué traje la jaula y la puse aquí al lado del púlpito. Es que un día Jesucristo encontró a Satanás regodeándose y jactándose:

»—Sí, señor, acabo de atrapar a un mundo de personas. Les tendí una trampa con una carnada que sabía que no iban a poder resistir, ¡y las atrapé a todas!

»—Qué va a hacer con ellas? —le preguntó el Señor.

»¡Va a ser muy divertido! —respondió—. Voy a enseñarles a casarse y a divorciarse, a odiarse y a maltratarse unas a otras, y a beber hasta emborracharse, drogarse y maldecir a Dios. Voy a enseñarles a inventar armas de fuego y bombas para que se maten. ¡Va a ser realmente divertido!

»—¿Y después qué hará con ellas?

»—Pues, matarlas —contestó con desdén.

»—En cuánto me las vende? —le preguntó Jesucristo.

»—¿Para qué va a querer usted a esa gente? —replicó Satanás—. ¡Son más malos que Caín! Esos ingratos no van a hacer más que odiarlo, escupirle el rostro, maldecirlo y matarlo.

»—Dígame cuánto —insistió el Señor.

»Satanás miró con desprecio a Jesucristo y le dijo:

»—Todas sus lágrimas y toda su sangre.

»Y sin titubear Cristo le dijo:

»—¡Trato hecho!

»Y pagó el precio.»

Al decir eso, el pastor levantó la jaula, abrió la puerta y dejó a todos pensando en el precio de la libertad espiritual.

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