Jesús, nuestro libertador – Hefzi-ba Palomino

JESÚS, NUESTRO LIBERTADOR

“Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo:

—Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;  y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

—Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?

—Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—. Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre. 36 Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.”

Juan 8:31-36

Nueva Versión Internacional (NVI)

He estado en estos últimos días tratando de entender lo que significan estas palabras de Jesús y la libertad de que nos habla y me parece interesante compartirlo con ustedes, porque estoy segura que alguna vez se han encontrado con alguien que les diga algo como por ejemplo: “liberarnos de que? O de que somos esclavos?” y ni siquiera hemos podido responder con sabiduría a esta pregunta, como me ha pasado a mí.

Para empezar, quisiera trasladar el contexto de estas palabras de Jesús a nuestros días y creo que si esta conversación hubiera tenido lugar en una plaza pública o en una Iglesia, estoy segura que nosotros tampoco hubiéramos entendido el trasfondo y significado de sus palabras, como no lo entendieron en aquellos días los hijos de Abraham.

La razón es básicamente porque vivimos en un engaño, en la ilusión de que somos libres, completamente libres, sin importar si somos comunistas,  demócratas o si vivimos en países totalitarios o supuestamente atrasados, todos, absolutamente todos, somos realmente esclavos y dependientes, sea del sistema, de las religiones, de la tradición, de las costumbres, del dinero, DEL CONSUMO o de lo que represente una contribución por trabajo, de las deudas, las tarjetas de crédito y finalmente, de nosotros mismos.

Es así, porque cada cual escoge para si la vida que quiere,  la gente se siente y cree que es libre para promulgar leyes, para cambiar la historia, para ser y tener lo que quieran, independientemente de Dios,  viven como quieren, hay libertad de expresión, de religión, somos libres de casarnos con quien queramos, de comprar las cosas que queremos, de  viajar (exceptuando los que viven en un régimen comunista) y de casi todo.

Y todo esto es bueno porque proviene de nuestra libre voluntad que Dios nos dio, nuestro libre albedrio, lo malo es que muchas veces no sabemos elegir y terminamos eligiendo mal y dándole autoridad al enemigo para que se enseñoree de nosotros, caemos en tentación, pecamos y de ahí a convertirse en esclavos del pecado, solo es cuestión de tiempo y oportunidad. Estemos sujetos a Dios y a su Palabra, para ser verdaderamente libres.

La obra de Dios consiste en restaurar nuestra vida, nuestro ser y liberarnos de la mentira y el engaño, limpiarnos de la suciedad del pecado y librarnos de la esclavitud que produce el pecado. Y esta obra la hace Dios de adentro hacia fuera, es decir, desde el interior, el hombre interior o el espíritu y va regenerando primero nuestro espíritu, luego nuestra alma y por ultimo nuestro cuerpo. Contrario al proceso de caída del hombre que comenzó con la degradación del cuerpo, luego del alma y por último, del espíritu.

Pero a veces se dificulta distinguir que es pecado de lo que no lo es, en un mundo a donde a lo malo se le llama bueno y a lo bueno, se le llama malo; en un mundo donde la “libertad” se entiende como permisión para seguir y obedecer las exigencias que nos imponen otros o aun nosotros mismos, por medio de todo lo que representa la carne, el cuerpo, nuestros deseos y nuestros pensamientos. Entonces es aquí donde es necesario comenzar a comprender la mecánica del pecado y de la esclavitud. Lo primero que necesitamos saber es que el enemigo obra contrario a como obra Dios, es decir de afuera hacia dentro, hacia nuestro interior, a nuestra mente, nuestro corazón, cautivando nuestra voluntad y nuestro cuerpo, principalmente a través de nuestros sentidos y produciendo “deseos” de ser, o tener.

 Sabiendo esto, cuidemos pues de nuestro ser, para que seamos verdaderamente libres y conformes al corazón de Dios y su voluntad.

1.     Del cuerpo. Nuestros sentidos están conectados con nuestra alma y producen deseos y una vez satisfechos estos deseos, (aunque sea una sola vez) se PUEDE  crear una dependencia que va ganando terreno en nuestra voluntad, con demandas cada vez más exigentes, hasta que se anula nuestra voluntad y solo podemos escuchar las exigencias del cuerpo. Ejemplos muy claros de estos tipos de esclavitud, son las drogas, el alcohol, el sexo, la glotonería, la pereza, la avaricia y otros que simplemente no podemos controlar. Jesús no enseña que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y que debemos santificarnos y permanecer en El y su palabra, de esta manera limpia y libera nuestro cuerpo de la esclavitud del pecado.

2.     Del intelecto. Creemos que todo lo que pensamos – es cierto – es verdad y por tanto, hay que hacer lo que pensamos y no es asi; a menos que el intelecto este sujeto al espíritu, puede ser muy peligroso.  El intelecto puede hacerte creer que si una decisión está bien, si no le hace daño a nadie, pero a lo mejor, no sabes que daño puede causarte a ti mismo. Jesús nos libera de los pensamientos pecaminosos o inútiles y nos da su mente, para que pensemos con la mente de Cristo. Debemos desarrollar una disciplina de llevar todo pensamiento cautivo a los pies de Cristo y no creer todo lo que pensamos o que siempre tenemos la razón.

3.     Del corazón. Especialmente las personas que son muy emocionales, son prisioneras de sus sentimientos, de su corazón; aun aquellos que creen que el corazón es el que gobierna sus vidas. Jesús circuncida (corta y desliga) nuestro corazón de apegos y sentimientos equivocados y pone en nuestro corazón el verdadero sentimiento, el amor de Dios y del prójimo. Solo un corazón libre de ataduras puede amar verdaderamente.

4.     Del pecado.  Pecado es hacer, todo lo que sabemos que no debemos hacer y sin embargo, lo hacemos; robar, mentir, fornicar, engañar. Jesús promete liberarnos del pecado cuando permanecemos en El, hacemos su voluntad y conocemos La Verdad, o sea a Él. La verdad nos hace libres.

JESÚS NO NOS HIZO LIBRES PARA QUE CONTINUARAMOS EN ESCLAVITUD DE NINGUNA CLASE. CRISTO NOS DA LIBERTAD EN EL ESPIRITU, SEPAMOS USARLA SABIAMENTE.

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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