Entrega el peso del pecado, es fácil – Richy Esparza
Entrega el peso del pecado, es fácil
“Vengan, pongamos las cosas en claro — dice el Señor —. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!”
Isaías 1:18 (Nueva Versión Internacional).
El pecado separa a los creyentes del SEÑOR. Pecados acumulados y no confesados a DIOS merman la vida del cristiano. El creyente puede pasar días enteros llevando el peso del pecado sin darse cuenta, no obstante ello le entristecerá.
Cada vez que un creyente reconoce sus faltas, éste recibe ayuda de DIOS para avanzar firme en Su voluntad. Por el contrario no confesar nuestras faltas será cada vez más pesado. Si bien es cierto que la relación Padre e hijo de DIOS y los suyos no cambia cuando éstos pecan, también es cierto que confesar sus pecados en una necesidad para mantener una conciencia limpia y sin culpa ante DIOS. Jesús sabía esto por eso comparó el lavado de los pies de las personas como confesar pecados al Padre, es decir no tener que ser lavados de nuevo por Su sangre, sino solo ser limpios de los pecados que se acumulan día a día (Juan 13:10).
Algunos de los pecados que pueden pasar por desapercibidos entre los creyentes pueden ser: orgullo, idolatría o incredulidad. Cuando un creyente vive esforzándose mucho está pecando contra DIOS pues no confía plenamente en Él, sino confía en sí mismo (orgullo). Todo aquel que día a día se levanta con temor o poniendo un problema o enfermedad por encima de DIOS, está cometiendo idolatría; éste debe arrepentirse y pedir ayuda al SEÑOR. Cuando alguien duda respecto a las promesas que ha recibido de parte de DIOS, está pecando de incrédulo y debe pedir ayuda al SEÑOR para volver a creer.
No andes cargando con pecados por la vida, ponte a cuentas con Jesús y entrégale cualquier peso que esté causándote aflicción.
Autor: Richy Esparza
Escrito para: www.devocionaldiario.com
GRACIAS por esta palabra.
pastor, ¿cómo me libero totalmente del pecado?
Buen día Joel, aquí te pongo cómo dejar el pecado:
Bendiciones
1.- Arrepiéntete. Voltea tu rostro al cielo y pídele perdón a Dios. De la misma manera en que un hijo desprotegido y arrepentido busca alivio en los brazos de su padre. Ponte a cuentas con Él. Te sorprenderá el amor y misericordia con que te responderá.
Pues Él sigue confiando en ti, confía más en ti que tú mismo. Y te ve como un varón glorioso.
2.- Fortalécete espiritualmente. Dedica tiempo a solas con Dios. Haz un hábito la lectura de Su palabra. Sumérgete en Él, lee la Biblia de una manera ordenada, interésate por conocer más a tu Dios y Su presencia echará fuera todo malestar de tu vida. Entrégale a Dios tu diario vivir, reconociendo errores y aciertos. Recordando que aquellos que han sido lavados con la sangre de Cristo, no necesitan volver a lavarse todo su cuerpo (estar confesando viejos pecados que Dios ya perdonó y olvidó), sino solamente sus pies, que representan sus pecados cotidianos (Juan 13:10). Pero jamás
te sientas culpable por lo sucedido en un día, solamente reflexiona e intenta ser mejor. Cada mañana agradécele al Señor por “todas” tus bendiciones, hazlo aunque te parezcan algo sin trascendencia: agradece por un día más de vida, agradece por haber sido rescatado de las tinieblas, agradece por tener alimento y un techo donde
vivir, agradece por la familia que está con vida, agradece por tu salud, y por Su gracia. En lugar de levantarte enumerando lo que te falta, mejor levántate contando cada uno de los regalos que te da Dios y bendice Su nombre por ello.
Además ayuna, que esto te dará más poder para dejar ese pecado (Isaías 58:6). Comienza a hacerlo un hábito, al principio intenta ayunar medio día, después un día completo. Si padeces de alguna enfermedad o condición física diferente consulta a tu médico en lo referente si eres apto o no de hacerlo. También puedes ayunar las cosas que te gustan, esto hará que tu carne se debilite y se ensanche tu espíritu.
3.- Aléjate de tentaciones. Todos los días en las mañanas orarás a Dios pidiéndole que te libre de tentaciones y que te guie durante el día. Si batallas con codicia le pedirás que guie tus ojos y guarde tu corazón. Aléjate de lo que sabes te puede quemar y
todo estará bien.
4.- Solo avanza. En ese proceso puede que encuentres obstáculos. Tu carne quizás trate de revelarse y el enemigo trate de confundirte, pero para ambos debes recordar que ya has sido lavado con la sangre de Cristo y nada de eso te puede tocar. Solo avanza y su resistencia desaparecerá. Confía en el hecho de que cuando Dios te
llama a caminar en justicia es Él quien te sostiene con Su mano y te guarda de todo (Isaías 42:6). Porque no depende de tu justicia, sino de la sangre de Cristo que te ha
lavado.
5.- Nuevas vestiduras. Declara constantemente las siguientes promesas de Dios sobre tu vida; con el entendimiento de que en Cristo eres una criatura nueva; a quien Él le ha dado nuevas vestiduras sacerdotales, limpias y puras. Así como una nueva mente
en Jesús.
“Así que el ángel les dijo a los que estaban allí, dispuestos a servirle: ¡Quítenle las ropas sucias! Y a Josué le dijo: Como puedes ver, ya te he liberado de tu culpa, y ahora voy a vestirte con ropas espléndidas. Entonces dije yo: ¡Pónganle también
un turbante limpio en la cabeza! Y le pusieron en la cabeza un turbante limpio, y lo vistieron, mientras el ángel del Señor permanecía de pie.” Zacarías 3:4-5 (Nueva
Versión Internacional).
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” 2 Corintios 5:17 (Nueva Versión Internacional).
6.- Da tu mejor esfuerzo. Todo lo que el Señor tu Dios pide de ti es que des tu mejor esfuerzo, porque Jesús ya lo hizo todo en la Cruz (Apocalipsis 21:6). Practica estos consejos lo mejor que puedas y aléjate de situaciones que comprometan tu santidad
(estar a solas en lugares y horas que propicien el pecado, aléjate de pláticas que te contaminen etc.). Huye del pecado, no te acerques al pecado para que no te alcance. No te expongas a situaciones de riesgo. Permítele a Dios darte la corona de vida que
te ha prometido.
Tal vez en este proceso puedas caer y para esto Dios te da de Su gracia y misericordia. No obstante da tu mejor esfuerzo y no peques deliberadamente, pues esto puede retrasar tu bendición. Con el paso del tiempo voltearás hacia atrás y te darás cuenta que ese pecado ha desaparecido de tu vida. Al ir avanzando Dios que es bueno te
permitirá ir palpando la corona de vida que ha reservado para ti, y aquellos ataques de la carne que antes eran molestos se volverán insignificantes. No abras puertas, en la medida que avances en santidad la carne perderá su influencia sobre ti. Y del
enemigo, ni te preocupes, no puede tocarte, Cristo lo derrotó en la Cruz.
Por último haz conmigo esta oración:
“Padre, te pido perdón por haber mantenido en mí ese pecado. Hoy tengo entendimiento que solo permitiendo que lo desprendas de mí tendré la verdadera vida que has prometido para mí. Te ruego que envíes tu poder para salir vencedor y reclamar lo que Jesús pagó para mí. Te pido que envíes destellos de tu gloria y me permitas comenzar a palpar mi galardón. Permíteme vivir en justicia y amarte
sobre todo. Guárdame Padre de todo mal y de mí mismo. Hoy creo de todo corazón que la sangre preciosa de Cristo me ha hecho verdaderamente libre, y que la verdadera vida que me ha dado no depende de mí.En el nombre de Cristo Jesús, Amén.”